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Cerro Retumbadero Norte 2018

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Relatos

Cerro Retumbadero Norte 2018

Segunda Salida Deportiva RAMUCH

21 y 22 de abril

Relato: Gastón Fuentes

Fotos: Rodrigo López – Pablo Corada – Gastón Fuentes

Un poco después de las 9 de la mañana nos juntamos en metro Macul para dirigirnos – con la camioneta de Finch y el furgón de Don Héctor – hacia el poblado de Lo Valdés. Estábamos los trece que intentaríamos el Retumbadero junto con los siete que harían el intento al Cerro Vega. Habíamos decidido varios días antes que no haríamos la ruta “normal” que sube directamente al filo, sino que nos internaríamos por el Cajón de Lo Valdés hasta las cercanías del refugio, donde contaríamos con agua, estaríamos con los demás compañeros, y al día siguiente ascenderíamos por la hondonada que se encuentra inmediatamente a la derecha del campamento para conectar al filo pasado el sector de las amarillas, muy cerca de donde comienzan los pasos de roca. Iniciamos la marcha juntos a mediodía,  remontando la ladera en un zigzagueante sendero que de a poco nos acercaba a las grandes y  lisas palestras ubicadas en la vertiente este del cajón.

De pronto la pendiente disminuyó abruptamente y era claro que recorreríamos una de las laderas del cajón por un buen rato, cortada de vez en cuando por una u otra quebrada. Al fondo se veía con claridad el Cerro Vega. En ese ascenso gradual acabamos a un costado del estero, donde pudimos recargar nuestras botellas y darnos un momento más holgado para almorzar cuando ya eran cerca de las 2:30 pm. El día nos acompañaba bastante, con un sol que permitía marchar con pantalones cortos, y con una suave y refrescante brisa. Un poco más allá arribamos a las vegas donde conversamos con los compañeros del otro grupo, pues a nosotros nos convenía seguir hacia el refugio del Vega, marchando uno 30 minutos más. Ellos decidieron lo mismo.

Por el sendero relativamente plano llegamos al campamento a eso de las 5 pm. Después de armar las carpas, con Ariel y Pablo subimos a explorar la hondonada para encontrar el punto donde nos montaríamos al filo al día siguiente. Nos sorprendió que después de 20 minutos subiendo, la pendiente disminuyera bastante y se podía continuar fácilmente remontando los lomajes, con una clara visión del final de la hondonada. Así, observando las distintas opciones, decidimos cuál usaríamos al día siguiente. En efecto, casi al llegar al fondo, giraríamos a la derecha y subiríamos directamente el acarreo hacia el filo. Volvimos rápidamente al campamento, donde los compañeros ya se encontraban cocinando. Allí, en plenas actividades culinarias nos dispusimos a organizar el día siguiente. El plan que ya traíamos desde Santiago, considerando el número de personas que intentarían el cerro – fue dividirnos en dos grupos. En el primero, saldría Xime, Cata, Nico, Corada, Febe, Eliseo, Ariel y yo. En el segundo, Pablo, Rodrigo, Carlos, Su y Finch. Cada grupo debía funcionar autónomamente, con su cuerda de 35 metros y 10 metros de cinta. Además, decidimos salir todos a la misma hora esperando la separación natural, volver a las 12 pm desde donde estemos  para llegar al campamento a las 5 pm e irnos a tomar el furgón y la camioneta. Con las cosas acordadas y los estómagos satisfechos, nos fuimos a dormir.

A las 3:30 am sonó el despertador. Con Ariel dejamos los panes con jamón y queso crema preparados la noche anterior. Calentamos agua y los comimos con té. A las 4:25 estábamos listos y empezamos a avisar que nos juntaríamos en cierto sector antes de partir. Hicimos un rápido recuento de lo conversado el día anterior y a las 4:40 am empezamos a marchar, aunque el último seguramente salió 10 minutos después, lo que nos dio margen inmediato para mantener la separación entre el grupo 1 y el 2.  El cielo estrellado estaba impresionante, y si bien no teníamos luna, era suficiente para mostrar los contornos de la montaña. Tras media hora caminando por la hondonada, Febe y Eliseo pasaron al segundo grupo, y con el grupo 1 íbamos a tranco firme hacia el acarreo, donde nos detuvimos a descansar unos minutos.

Seguimos caminando, ahora subiendo por el acarreo que sorprendentemente resultó ser mejor de lo esperado. En nada nos recordó al del Cerro Arenas por el que habíamos transitado tres semanas antes. Los zapatos quedaban firmemente clavados y nada de material se deslizaba, por lo que llegamos al filo mucho antes de lo previsto.  Recién eran las 6 am. Habíamos demorado 1:30 hrs. Erick nos había informado en Santiago que contempláramos dos, y como no conocíamos esta ruta, nos dimos un margen de 2:30 hrs, por eso salimos a las 4:30, para llegar al filo a las 7 y aprovechar la siguiente media hora para ordenar el equipo y montarnos en las rocas con las primeras luces. ¡Pero eran las 6 am! Como en el filo corría un viento helado, nos devolvimos unos metros para sentarnos tras unas rocas, apiñarnos y esperar. Lo mismo hizo el otro grupo unos metros más abajo. Pablo llama por radio para decirnos que Su y Finch se devolverían al campamento.

Lo pasamos re bien, entre talla y talla, y entre contemplaciones del cielo estrellado, de las estrellas fugaces, y de poderosos brillos de luz que de tanto en tanto se dejaban ver como grandes flashes a nuestro alrededor. Pasada las 7 am la luz empezó a cambiar y el filo del Retumbadero se dejó ver hermosamente tétrico. Alistamos nuestro equipo y empezamos a caminar de nuevo. Rápidamente entramos en calor y no tardamos más de 10 minutos en encontrarnos con las rocas. Me parecía maravillosa la perspectiva tan diferente al intento invernal del año pasado. Los lugares donde agarrarse eran totalmente distintos, la luz seguía cambiando pintando la roca desnuda. En un momento una gran piedra en que puse uno de mis pies se salió de su lugar y tuve que gritar fuertemente ¡piedra! Mientras esta con fuerza caía hacia uno de mis compañeros, pero los buenos reflejos del Nico lo salvaron a él y a mi conciencia. A los pocos minutos de nuevo creí tirar una roca y de nuevo grité “piedra”, sin embargo rápidamente terminé cambiando el grito a “radio”. Se me había soltado de la riñonera y caído unos cinco metros a los pies de Nico. Afortunadamente no le pasó nada (a Nico tampoco) ni se fue por alguno de los precipicios de los costados (de ahí en más la llevé en la mochila).

Fuimos turnando la apertura de la ruta. Muchas veces se dio naturalmente cuando alguien tomaba por la derecha pero la ruta más óptima seguía por la izquierda o viceversa. También nos preocupamos de ir manteniendo siempre el contacto visual con quien venía atrás. A las 9 am llegamos al punto en que tuerce hacia el suroeste y donde ya podíamos observar la cumbre, aunque bastante lejos todavía. Hacia abajo podíamos ver que venía Pablo, Rodrigo y Carlos, y manteníamos contacto radial cada cierto rato para ver cómo iban las cosas. En uno de esos contactos me señala que la Febe y Eliseo se iban a devolver o bien esperar en los primeros trepes.

Desde aquí la vista hacia el Morado, Mesón Alto, Arenas, San José y Marmolejo, ya era brutal. Además, desde este punto la exposición de la ruta aumentó y hubo que ir concentrados superando uno por uno los gendarmes, con trepes que dan hacia grandes precipicios en cada lado. En un momento, escucho a la Magda por la radio, y me demoré un par de segundos en entender que pasaba. Ella iba con Gabino en auto camino a escalar a Jabbah y llevaban radio obviamente. Después lo escucho diciendo “Ya po Gastón, ahora no pueden no hacerla”, recordándonos nuestro intento invernal del año pasado. Sin duda fue una comunicación sorpresiva. Superado el penúltimo gendarme descendimos hacia un acarreo entre aquel y la cumbre e hicimos el último trepe hasta donde – finalmente – ya no había más que subir. ¡Eran las 11:20 y los del grupo 1 habíamos llegado a la cumbre! Tan pequeña que debíamos movernos con cuidado, pero que nos dio una perspectiva tan grande de las montañas alrededor, especialmente cuando aún la nieve no cubre los distinto cordones y valles, con las diversas tonalidades que la roca ofrece. Nos abrazamos, nos sentamos a comer, conversar y contemplar el paisaje. A las 11:40 llega Pablo, Carlos y Rodrigo. Éramos 9 compañeros y compañeras en la pequeña cima. Estuvimos allí hasta las 12 pm.

E iniciamos el descenso. Prontamente tuvimos que armar un rapel para bajar uno de los gendarmes, pues la roca inestable a nuestro juicio no hacía prudente simplemente desescalarla.

Cuando bajó Ariel, Cata, Xime, Corada, Nico y yo, seguimos la marcha con la cuerda del otro grupo, de manera que si hubieses que armar alguno más, contemos con ella. Carlos, Rodrigo y Pablo entonces desmontarían el rapel y seguirían detrás de nosotros. Fuimos bajando con mucho cuidado, conscientes de que aún nos quedaba un buen trecho. Uno por uno los gendarmes iban quedando atrás, destrepando con cuidado. Hasta que nos topamos con una parte en que el filo nos pareció sumamente angosto y expuesto y no recordábamos haber pasado por allí. En realidad sí habíamos pasado por ese lugar, pero la perspectiva cambia un montón al verlo de subida o de bajada. Hicimos un pequeño traverse por la roca y luego bajamos un paso con piedras bastante sueltas. En ese momento a Corada se le suelta una grande que solamente pegó un rebote y continuó cayendo como en caída libre. Pasó muy cerca de la Xime y después a centímetros de Ariel, que desescalaba el paso siguiente sin posibilidad de moverse. Realmente en ese momento fuimos afortunados. Después nos encontramos con Febe y Eliseo que nos esperaron por varias horas, e instalamos el segundo rapel. Bajamos y empalmamos a los pocos minutos por un acarreo que nos dejó directamente en la hondonada. Pablo, Rodrigo y Carlos retirarían el rapel y bajarían con las dos cuerdas.

La mayoría arribamos al campamento como a las 5:30 y rápidamente lo desarmamos, puesto que el furgón nos esperaría a las 8 pm en Lo Valdés. De hecho, para ahorrarle tiempo a los compañeros que venían más atrás, desarmamos sus carpas, ordenamos sus sacos, de manera les fuera  mucho más rápido de lo previsto partir. Así, cada cordada empezó a bajar el Cajón de lo Valdés y llegando progresivamente al punto final, desde las 8:05 pm hasta las 9 pm. Le explicamos la situación a Don Héctor, quien no se hizo absolutamente ningún problema. Y volvimos a Santiago, tremendamente felices de que en un cerro de estas características nueve compañeros y compañeras hayamos podido pisar su cumbre y que todos nos encontremos bien de regreso en nuestros hogares.

Cordadas

Ximena Noriega – Catalina Castro

Nicolás Álamos – Pablo Corada

Eliseo Contreras – Febe Contreras

Pablo Díaz – Rodrigo López – Carlos Fuentes

Cristopher Finch – Susana Ramírez

Ariel Alvéstegui – Gastón Fuentes