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Tres Hermanos

Descripción:   Salida deportiva de septiembre

Objetivo:        Cumbre central (4595) cerro tres hermanos.

Fecha:             17-19 de septiembre de 2016

Encargado:    Bernardita Araya

Relator:          Ignacio Carrasco (Chefo)

Cordadas:

  • Diana Cid, Gabriela Anríquez, Stephano Novani, Sebastián Orellana
  • Alendro Sánchez, Daniel Acosta
  • Ignacio Villagra, Martina Monckeberg
  • Dager Borvarán, Bernardita Araya, Nicolás Villar
  • Diego Rodríguez, Paula Urizar
  • Carlos Fuentes, Ignacio Carrasco
  • Kevin Lee, Orlando Solis
  • Ariel Alvéstegui, Arturo Alvéstegui
  • Tamara Rivera, Gabino Reginato
  • Christian Ponce, Catalina Castro, Maximiliano Díaz
  • Andrés Retamal, Hans Nordheimer

Sábado 17 de septiembre.

De Santiago al centro de ski Portillo

26 ramucheros montados en una cantidad que no recuerdo de automóviles y un bus subsidiado por la rama, salen del parque Bustamente a las 9:00 am aproximadamente. Retrasados de nuestra hora planificada de partida, íbamos camino hacia el centro de ski Portillo, donde iniciaríamos la aproximación. En el bus repasamos algunos nudos y tuvimos un debate de alto nivel sobre la Organismos Genéticamente Modificados (OGM). Un par de curvas más y el biotecnólogo del grupo consigue modificarnos el cerebro.

Ya a 2800 metros de altura nos reagrupamos en el estacionamiento del hotel, las cordadas organizan el contenido de las mochilas y damos inicio a la aproximación, no sin antes sacarnos una foto con los Tres Hermanos y la laguna de telón de fondo. Una persona que trabaja en centro de ski nos indica el inicio del camino, que luego de la primera hora nos dimos cuenta no era el más adecuado.

Inicio de la marcha – Aproximación

La abundante nieve de la ladera hace que el inicio sea lento, dándonos cuenta que hubiese sido mejor caminar por la orilla de la laguna. La vista es increíble, rodeados de cerros, nieve por todos lados y una laguna de un azul intenso, que parecería una locura zambullirse en ella. Luego de alrededor de una hora de caminata por la ladera del cerro, vemos que la única manera de seguir de manera segura es subir un poco más y bordear un macizo. Aquí, dado que el sendero se vuelve expuesto, los más avezados instalan un pasamano con tal de disminuir el riesgo de caída.

Luego de un segundo paso, con menos nieve, pero bastante expuesto también, nos reunimos todo el grupo a comer algo e hidratarnos. El fin de la laguna se ve más cerca y luego de disfrutar el sol echados en las rocas reemprendemos la marcha. Esta vez vamos por la orilla de la laguna, intentando no patear tanto las piedras. El grupo va bastante unido, con tres bloques bastante distinguibles que se vuelven a reagrupar cuando dejamos la laguna. Ya son aproximadamente las 16:00 y nos queda bastante hasta el CB planificado.

Cada vez que me volteo, me doy cuenta que no nos podremos deshacer del hotel del centro de ski por un buen rato. Me pregunto si tendrán algún bote para cruzar rápido este charco helado. La laguna continúa alejándose y así también lo hace la carretera, la señal de celular, las preocupaciones cotidianas y la vida de montaña adquiere más fuerza. El sol nos sigue acompañando por un rato, pero todos sabemos que apenas pase detrás del cerro comenzará el viento y el frío.

Entre armar la carpa, derretir nieve y comer se nos irá un buen rato, por lo que vemos que pronto tendremos que instalar el campamento. Tenemos el dilema entre seguir caminando con peso para adelantar camino para el siguiente día, versus armar campamento un poco antes y guardar energías. Finalmente se opta por lo segundo, ya que la hora es avanzada y la marcha es lenta.

Escogemos un lugar donde no hayan rodados visibles o riesgo de avalancha para instalar el CB. Terminamos cuando el sol solo se divisa en lontananza. Aplanar los sitios y construir pequeños muros de contención del viento nos toman un rato. Berni nos convoca para decirnos que el objetivo de la salida se cambia a la cumbre sur en lugar de la central, ya que es más viable que lo consigamos. Nos pasó la cuenta la aproximación más lenta de lo esperado y la instalación del CB más abajo.

El plan es salir a las 4:00 am en punto a atacar cumbre. Crampones ajustados, nieve derretida y organización de mochila antes de dormir. Con mi cordada comemos unos deliciosos tortellini, que terminamos con esfuerzo pero pensando en la energía que nos darán en unas horas. Conversamos un poco y me cuenta que está de cumpleaños. Feliz cumple compa!

Sábado 18 de septiembre

Ataque de cumbre

Tiquititi, tiquititi…la alarma suena a las 3:00 am y nos preparamos pa la segunda patita. Comemos unos panqueques muy similares a los que come 11 en Stranger Things, lo que me da un buen presentimiento. Sin hambre, me obligo a terminarlos, necesito superpoderes para lo que se viene. La noche no es tan noche porque la luna brilla brilla y casi no necesitamos nuestras linternas. Iniciamos marcha a las 4:15. La nieve está dura, pero con los crampones se agradece.

Nos espera una buena caminata en una pendiente leve hasta cuando luego de un poco más de una hora giramos hacia nuestra derecha. Aquí agradezco haber subido y bajado tantas gradas en el Nacional, porque se vienen muchos escalones imaginarios. Subimos, subimos, y seguimos subiendo. Me voy encontrando con distintos compañerxs, con quienes conversamos un poco, compartimos ración de marcha o nos sacamos el agua de las mochilas. Se mantienen los tres bloques dentro del grupo. Paula y Diego van abriendo, Dager y Gabino acompañan al segundo grupo; Berni, Tamara y Nico cierran.

La pendiente aumenta un poco más y cruzamos un mar de penitentes, como escalones más grandes. Siento la altura y tengo que ir parando más seguido. A lo lejos, veo cómo 4 personas se están devolviendo al CB y me pregunto si todo está bien. Luego nos enteramos que una compañera se sentía mal y sus cordadas, solidarias, la acompañan. En los penitentes me encuentro con otros dos compañeros que han decido volver también, uno de ellos está fatigado y considera mejor no seguir. Considero devolverme, me pregunto lo que siempre termino preguntándome en algún momento, qué hago aquí en lugar de echado en la carpa leyendo? Qué espíritu masoquista nos manda a subir estas montañas? Me paro por dos minutos, respiro, miro todo lo que he avanzado y continuo.

Tras 5 horas desde la partida del CB alcanzamos el sol en el portezuelo. Ahora voy con el equipo de cierre de la marcha, quienes nos van animando y organizando las paradas. Descansamos un rato al sol y seguimos el último tramo hacia la cumbre. Según la descripción de la ruta, quedaba un poco más de una hora para llegar.

Llegamos a una falsa cumbre. Aunque siento que me quedan energías, la altura me juega en contra. Veo que mi cordada estaba esperándome para el último tramo hacia la cumbre. Incluso dejo mi mochila para intentar subir más liviano, pero cada paso me agota. Finalmente decido no subir y sigo con la mirada al último grupo, alejándose hacia la cumbre. Mi cordada, a quien le agradezco muchísimo, se queda conmigo. Le sacamos fotos al Aconcagua, que nunca había visto tan directamente.

Así es como se veía la cumbre sur (4274 mtsm) con todos los que llegaron arriba. Grande Ramuch! De los 26 que salimos del CB, 18 consiguieron la cumbre sur del Tres hermanos. A las 11:00 estaban bajando todo el grupo.

Vuelta al CB

La vuelta fue tranquila, aunque con la nieve bastante más blanda. Luego del portezuelo, decidimos evitar el campo de penitentes, hacer un recorrido un poco más largo pero con menos pendiente. La laguna aparecía repetidamente y no dejaba de impresionarme todo lo que habíamos caminado.

En el CB nos espera una sesión de elongación dirigida por Paula. Mientras nos estiramos, conversamos sobre la jornada, la cual a pesar de que no todos hicieron cumbre, resultó sin nadie accidentado.

La tarde es para conversar. Si bien conozco a muy pocos, la rama mantiene un espíritu de liviandad y buena onda que me hace sentir bien. El punto de reunión es a unos metros de nuestros vecinos, donde somos bienvenidos a estirar nuestras colchonetas para tomar sol. Al poco rato me doy cuenta que ahí sentados cumplimos una función: llevar un registro exhaustivo de quién se encuentra ocupando el baño e indicar direcciones de dónde conviene ir según el nivel de privacidad requerido.

Cuando el sol nos deja comienza a correr viento y una bolsa huye perseguida por Gabriela. Finalmente la atrapa y vuelve orgullosa al campamento.

Antes de volver a dormir, derretimos más nieve para el último día. Dos litros para cada uno será más que suficiente. Carlos, intenta recuperar calor luego de haberse enterrado en un arroyo de agua gélida mientras exploraba la zona. Si bien consiguió salir rápidamente, los zapatos y parte de los pantalones quedaron empapados.

Lunes 19 de septiembre

Regreso a Santiago

8:15 am del lunes 17. Campamento desarmado y cordadas casi listas. Nos vamos de vuelta, la mayoría con crampones puestos dado que la nieve aún está dura y queremos evitar caídas. Hora planificada de llegada al centro de ski, 12:30 pm.

El regreso a Santiago es tranquilo. Orly nos muestra sus habilidades de artesano de nieve, retratando a su cordada. Inmediatamente, se le unen más artistas que prefieren guardar anonimato.

Esta vez, hacemos menos paradas donde se reúne todo el grupo. Principalmente, luego del primer macizo, me junto con el primer grupo, quienes llevan descansando un buen rato y se preparan para seguir.

En el segundo y último paso también se instala un pasamano, que facilita la confianza de todos.

Finalmente, llegamos todos y la mayoría terminamos en esta agua que nos estuvo tentando cada día. Creo que Daniel fue el único que aguantó más de 10 segundos. El agua helada fue en todo caso muy saludable, quizás gracias eso no me dolían tanto las piernas durante el resto de la semana.

Fonda y evaluación

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Última parada, Fonda Oficial en Los Andes. Le llevó salsa, empanadas, juguitos naturales, chelita y refrescos varios. Nos sentamos en una mesa larga bajo un ondeante toldo gigante y luego de comer nos sentamos en unos pastos con una exquisita sombra a hacer la evaluación.

Temas a tener en cuenta fueron la importancia de la puntualidad en la hora de reunión en Santiago, que luego nos pasó la cuenta para poder haber llegado al CB planificado e incluso la posibilidad de atacar la cumbre central. Todos los atrasos se van sumando. También falta más entrenamiento, tanto de cerros y cancha para los que se vieron fatigados. En cuanto a organización, es clave que aquellos inscritos cumplan y no se bajen a última hora, ya que perjudica la coordinación del transporte. En lo positivo, se celebró que nadie se accidentó y que se consiguió la cumbre sur. Se agradeció públicamente la solidaridad de las cordadas, el apoyo de los compañeros con más experiencia, los grupos de apertura y cierre, la organización del transporte y la coordinación de la Berni quien por lo demás partiría a las tierras de Edmund Hillary.

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Travesía de Ramón

Nos reunimos a las 8:30 horas en la plaza San Enrique, para tomar los colectivos que – recorriendo unos 5 kms – nos dejarían en la entrada del Parque Puente Ñilhue. Allí nos aprovisionamos de agua y Erick, como jefe de salida, dio la correspondiente charla antes de iniciar al ascenso hacia el Cerro Provincia.

Partimos a las 9:30 hrs, a paso tranquilo pero ganando altura rápidamente y dejando la neblina atrás, pasamos por la loma de la vaca y luego sobre vallecito hasta la canaleta (literalmente una canaleta) por donde se encauzaba una vertiente. Allí nos dimos el primer descanso, comimos un poco y rellenamos nuevamente las botellas, puesto que no tendríamos agua hasta el Provincia, en donde deberíamos derretir nieve.

Proseguimos la marcha hacia Alto del Naranjo, lugar al que llegamos a las 12:50 hrs aprovechando de almorzar con una bonita vista hacia la Cordillera y compartiendo con el resto del grupo, puesto que algunos recién nos estábamos conociendo en esta salida. Unos veníamos de estar pronto a finalizar el curso básico, mientras que otros ya llevaban años en la Rama. Luego, el sendero prontamente conectó con la ruta que proviene desde San Carlos de Apoquindo, y continuó por el filo con una pendiente que disminuyó notoriamente. Seguimos bien compactos hasta llegar a la base de la pendiente que, en un desnivel de unos 700 metros, nos llevaría hacia la cumbre del Provincia. Desde aquí los ritmos de cada cordada se diferenciaron un poco, por lo cual nos separamos, pero sin dejar de tener vista hacia los demás compañeros. Después de varios descansos cortos, llegamos hacia el paso de rocas para el ataque final. El resto del trayecto estaba cubierto de nieve hasta la cumbre, a la cual los primeros llegaron a eso de las 16:30 horas para finalmente juntarnos todos una hora más tarde aproximadamente. A medida que las cordadas llegaban a la cumbre disfrutamos un rato de ella y nos tomamos las fotografías respectivas.

La Cordillera de los Andes se mostraba imponente y podíamos apreciar gran parte de la ruta nevada que debíamos recorrer el día siguiente. Allí, a 2750 m.s.n.m y al lado del domo, armamos las carpas y cada cordada se dispuso a cocinar para la respectiva y necesaria cena. El ambiente era distendido, se compartía fuera de las carpa o dentro del domo, y el frío pasaba a segundo plano con el buen ánimo que había. Al pasearse por el campamento, se sentía el aroma a comida de las cordadas más gourmet. Con mi cordada todo era buena onda: comer harto, rico y reírse bastante. Después fuimos a la cumbre a contemplar un ratito y conversar de la vida. A eso de las 10 pm ya nos disponíamos a dormir. No sabemos cómo habrá dormido el resto, pero para nosotros fue tragi-cómico: la inclinación con la que quedo la carpa, que si bien era leve nos amontonó a un costado de la misma, así que dormimos entre cortado pero de todas formas igual logramos descansar lo necesario para el día siguiente.

A las 07:00 am, o un poco después, ya estábamos desayunando y desarmando el campamento. La instrucción dada la noche anterior era estar listos para salir a las 8:30 am. Quizás varios despertamos antes con un grupo que salió a las 5:30 horas desde el domo. Uno de nuestros compañeros decidió devolverse a Santiago desde el Provincia, por problemas con el calzado que andaba trayendo. Finalmente empezamos a caminar a las 9 horas, bajando el filo nevado que continúa hacia el sur y que nos hace perder unos 200 metros de altitud rápidamente. Allí nos colocamos los crampones para hacer un paso y continuamos sin ellos por una ladera que se encuentra en el oeste, para luego subir hacia el este y retomar el filo. La mayoría volvimos a ponernos crampones (y no nos los sacamos más) para llegar – luego de 3 horas de marcha – a la cumbre del Morro del Tambor (2880 m.s.n.m). Para muchos, marchar en la nieve y usar crampones era novedoso, era una experiencia distinta. Por ello Erick explicó brevemente como marchar con ellos con seguridad por este terreno, previendo que prácticamente los usaríamos durante el resto de la jornada.

El día estaba soleado y corría una brisa fresca. Una que otra nube se iba formando en el valle y de vez en cuando hacía borrosa la vista hacia el Provincia. En el trayecto imperaba el blanco y el azul lo que nos daba una sensación gigante de espacio y de lejanía con la ciudad. Nuevamente debimos bajar, ahora desde el Morro del Tambor, no sin antes darnos un buen descanso. La ruta estaba especialmente bella con las laderas nevadas, las rocas sobresaliendo de la nieve y las cornisas que nos advertían transitar con cuidado. Las vistas eran impresionantes, no me cabe duda que estábamos todos disfrutando mucho lo que en cada paso podíamos apreciar.

Almorzamos en una pequeña planicie, con una vista espectacular de la Cordillera. A ese lugar recuerdo haber llegado adelante y sumamente apurado: tenía ganas enormes de ir al baño (fue un martirio esperar que pasen todos por la ruta y una odisea buscar un lugar no expuesto a la panorámica de mis compañeros. Pero sirvió para tomar la foto de la portada de este relato). Los ánimos de todos eran muy altos, y si bien se hacía más evidente el cansancio, también se notaban las ganas que cada uno le iba poniendo a la marcha. Después de todo, en cada momento había una perspectiva nueva del paisaje y estaba esa sensación de verse cada vez más pequeño en la montaña. Terminado ese reponedor almuerzo, continuamos la marcha por una ladera cercana a un filo, donde ya no tendríamos vista hacia Santiago, sino sólo cerros y nieve.
Tomamos la última pendiente exigente y al fondo vimos lo que parecía otro filo (perpendicular a nuestra marcha), donde daba la impresión que podía estar el domo, lo que efectivamente fue así. A las 16:00 hrs. horas llegó el grupo completo, nos abrigamos pues la temperatura ya empezaba a bajar y armamos el campamento.

A las 5 debíamos salir – sin peso – hacia la cumbre del Cerro de Ramón, la cual teníamos a la vista desde donde estábamos. Nos retrasamos un poco, pero subimos rápidamente por la nieve y con bastante frío. Mientras caminábamos por el filo, el sol, ya entrando a los cerros de la Cordillera de la Costa, pintaba por varios minutos el manto de nieve de increíbles tonos amarillos y naranjos, éramos espectadores privilegiados de aquel momento y cargados de cierta ansiedad por llegar a la cumbre.

La cumbre estaba muy cerca, a ella íbamos y caminábamos sin dejar de ver como el sol raudamente desaparecía en los cerros. Y así, entre las 6 y 6:20 pm las cordadas fueron arribando gradualmente a la cima del Ramón, a 3253 m.s.n.m. Nos abrazamos fuertemente entre cordadas y con el grupo. Realmente produce una enorme satisfacción no sólo el llegar ahí, sino que también el hecho de percibir la misma alegría en tus compañeros. Ya podíamos ver la franja naranja en el horizonte y como lentamente empezaban a titilar las luces en Santiago. La vista en 360° nos reafirmaba el por qué estábamos allí. Estuvimos unos 45 minutos arriba y más que felices.

Bajamos con los frontales hacia el campamento, y nos dispusimos a cocinar para reponer las energías de esa jornada. En un momento salí de la carpa, alumbré con el frontal y vi dos ojos brillando a unos 50 metros y que se acercaban. Luego veo al animal de perfil: se veía grande y con una gran cola. En mi mente pensaba (y deseaba) que era un puma, a pesar de las bajas probabilidades de ver uno en ese lugar. Hasta me emocionaba la idea de poder ver uno, por eso efusivamente le digo a mi cordada que al parecer anda un puma jaja: al final era un zorro culpeo, curioso quizás de nuestra presencia (o de nuestra comida).

Parte del grupo durmió en el domo y recibían mensajes de whatsapp con lo que ocurría en el partido de Chile con Argentina por la final de la Copa América. Desde las carpas oímos los gritos efusivos de nuestros compañeros por la victoria de la selección. Por su parte, en la carpa teníamos nuestra propia tertulia con la Paz, el Seba y el Ariel, riéndonos de las tallas incontables (en el sentido de que no se pueden decir abiertamente) que suceden en la cordada. Como la carpa que nos prestó la rama era grande, ofrecimos un cupo que tomó una de nuestras compañeras. Esa noche dormimos mucho mejor, sobre todo porque esta vez la inclinación del suelo no nos hizo amontonarnos.

Al día siguiente empezamos a levantarnos desde las 7 am. La verdad es que nos costó un poco. Afuera el viento soplaba y hacia bastante frío, pero la mañana estaba muy luminosa. Luego de desarmar, creo que muchos queríamos nada más que caminar para agarrar calor en los pies. Estando todos listos para iniciar la marcha, nos dispusimos a dejar el campamento y descender hacia el manzano, haciendo huella en la nieve virgen.

Rápidamente perdimos altitud, siguiendo el filo del sur (había que ser cuidadoso en no desviarse de él para poder salir en el lugar correcto). Aprovechamos algunos sectores planos para descansar, conversar entre el grupo, que a esa altura, estaba bien cohesionado y se transmitía muy buena energía entre los compañeros. Y no parábamos de disfrutar lo que la ruta y el paisaje nos ofrecían. Sin embargo, El Orlando (Orly [sí, como el chocolate], según su cordado Kevin), estaba bajando con fiebre pues desde la noche anterior que no se sentía muy bien, pero lo que sí sintió bien, fue el apoyo del grupo para no bajar la moral y eso nos lo hizo saber durante la evaluación.

Continuamos descendiendo hasta llegar al Portezuelos los Azules y posteriormente al costado del refugio del arriero, donde almorzamos. Desde allí, en cerca de 1 hora, llegamos al estero el manzano, el cual debimos cruzar 8 veces. El paisaje ya había cambiado notablemente: la nieve y las rocas dieron paso al verdor de los bosques que crecen en la quebrada, alimentados por las abundantes aguas que escurren por otras quebradas secundarias hacia el estero el Manzano. Y así anduvimos, sintiéndonos por algunos momentos en los bosques del sur, junto con árboles grandes, la humedad que a ratos se sentía abruptamente, el sendero que en ciertos tramos transcurría como un pequeño arroyo por el agua que se encauzaba en él, y el sonido constante del fluir del agua quebrada abajo.

A la carretera llegamos a las 6 pm. Nos juntamos todos en el puesto de empanadas que está al costado, para – además de comerlas con ganas – hacer la evaluación de la salida, que resultó bastante positiva. Agradecer a Don Arturo y Don Francisco por ponerse con parte de la empanadas para el grupo; al Erick, por transmitirnos parte de su experiencia y humildad; a mi cordada por la buena onda que hay tanto dentro como fuera de los cerros; y al grupo en general, porque entre todos creamos un clima
súper bonito para disfrutar de la montaña durante esos tres días.

Al final, estábamos realmente felices de haber cumplido el objetivo: hicimos la travesía invernal de la Sierra de Ramón, con sus cumbre respectivas (Provincia – Tambor – Ramón) y, lo más importante, volvimos todos bien a nuestros hogares.

Jefe de Salida: Erick Vásquez
Cordadas:

Hans Nordheimer – Matías Molina

Ariel Alvéstegui – Arturo Alvéstegui

Orlando Solís – Kevin Lee

Erick Vásquez – Diego Pantani

Francisco Carrasco – Valentina Araneda

Gabriela Anríquez – Diana Cid – Hernán Funes 

Paz Soto – Sebastián Silva – Gastón Fuentes

Andrés Retamal – Bernardo Sagredo – Leonardo Navarro

Relato y fotos: Gastón Fuentes

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Retumbadero Norte

21-22 mayo 2016

Berni/Edgard/Gabino

Magda/Hans/Dager

Pablo/Carlos/Carla

Finalmente luego de posponer la salida 2 fin de semana consecutivos y dado el buen pronóstico del tiempo, decidimos fijar la fecha de este cerro para el 21 de mayo. Como toda buena historia, partió con contratiempos. El metro cerrado temprano por el feriado y algunos percances entre los participantes retrasaron una hora la salida de Santiago. También, ya en las vizcachas nos preguntábamos si ir al cerro era buena idea, debido a las amenazantes nubes que moraban sobre la ciudad y a la fuerte lluvia que nos obligó a cubrir nuestras mochilas en la camioneta.

Ya en San Gabriel todos reunidos (9, al igual que la comunidad del anillo), para nuestra tranquilidad, un microclima gobernaba la zona y el un sol radiante nos esperaba. A las 12, ya con todas las cosas distribuidas partimos la marcha, buscando por las laderas y entre los cercos el mejor camino a nuestro destino. Horas más tarde, las nubes citadinas comenzaron a subir y la nieve no tardó en venir. Para nuestra fortuna, más que un contratiempo fue la manera perfecta de evitar el sol, ya que dos horas mas tarde, al llegar al campamento, volvió a despejar y la temperatura resultaba bastante agradable.

El inicio

La luna se fue y llegó el sol. Con él decenas de cerros se revelaron ante nosotros, la vista era sublime y la motivación estaba al máximo. El primer obstáculo era un traverse muy expuesto, en el cual una caída resultaría fatal, aquí instalamos un pasamanos de seguridad para sortearlo. En este punto ya resultaba absolutamente evidente que el piolet y los crampones sería indispensables para seguir la marcha. Al cabo de una hora, una pasada bastante empinada nos hizo montar una reunión improvisada y con un cordín auxiliar ayudamos a algunos que aún no se sentían cómodos con el piolet y los crampones. Aquí, Carla y Pablo decidieron regresar al campamento.

Las trepas por roca y nieve no paraban y tras cada obstáculo no era raro escuchar: “se ve cuatico!”, “Por donde será?”, “otra más?”, etc, etc. Las cornisas, la nieve blanda y los laberintos entre las rocas eran la tónica de la ruta. Encontrar el camino a vista no resultaba evidente siempre y no quedaba más que seguir por el filo y esperar que existiera una buena pasada. Un segundo paso complicado de rocas nos obligó a hacer una segunda reunión y al considerarlo un poco riesgoso, decidimos no continuar si la ruta exigía una tercera. Tras superar esta escalada nos ilusionamos al escuchar de Dager que quedaban unos 20 metros para la cumbre, en breves minutos quedaría en evidencia que era una ante cumbre y la verdadera se encontraba a un par de cientos de metros, tras un leve bullying continuamos la marcha. La ruta no se mostraba evidente y la energía en el grupo ya mermaba, eran alrededor de las 10 am. Algunos dejaron sus mochilas para continuar livianos. 

DCIM\100GOPRO

Una ultima pasada, que se veía bastante peligrosa, obligo a Hans y a la Magda a quedarse a unos pocos metros de la cumbre. La Magda había cumplido, para ser su primer cerro (exceptuando el provincia), llegar hasta ahí era todo un mérito. Hans como buena cordada y como tampoco tenía mucha experiencia decidió acompañarla. Los 4 restantes decidimos continuar, luego de unos 15  minutos y siendo alrededor de las 11 am, tras superar una cornisa amenazante y unos trepas en roca, llegamos a la cumbre. Tras la foto de rigor y un poco de agua bajamos rápidamente ya que el sol se hacia sentir, sopeando la nieve y haciendo más peligroso el regreso.

Emprendimos el regreso y unas caídas de Edgard, con perdida de casco incluida, y de la Berni  nos dejaron sin aliento unos segundos. A las 15 hrs estábamos de vuelta en nuestras carpas. Ordenamos las cosas y con el resto del grupo empezamos a caminar hacia los autos. Cuando quedaba alrededor de media hora Carla se dobló el tobillo gravemente y toda una operación de rescate se puso en marcha. Unos bajaron a San Gabriel en busca de ayuda, mientras Pablo y Edgard apoyaban a la accidentada, que a pesar de la lesión lograba (y prefería) bajar por sus propios medios. El resto intentaba facilitar el rescate en caso que la ayuda demorara, bajando la mochila, buscando el camino y acercando los autos. Ya en la parte mas plana improvisamos una camilla y agilizamos la marcha. Cuando quedaban unos 100 metros al auto, llegaron los bomberos y como la pendiente se hacia más abrupta, Carla fue bajada en una camilla especializada. Rápidamente la llevamos a San José para realizar los chequeos respectivos los cuales determinaron fractura de tibia y peroné.

La salida nos deja con una sensación ambigua, entre la felicidad de haber llegado a esta cumbre que costó bastante y las tristeza del accidente. También nos deja una lección de lo expuestos que estamos en la montaña y que los riesgos siempre están presentes y debemos estar preparados para afrontarlos.  Las radios fueron protagonistas de esta escena, la falta de linternas funcionando y nuestro poco conocimiento médico fueron los antagonistas. Sin duda queda mucho por aprender y mejorar, afortunadamente esta vez el accidente no pasó a mayores.

Felicitaciones a los participantes que lo dieron todo en un cerro que resultó bastante complejo y por apoyar hasta el final. No nada mas que decir: Carla, recupérate pronto.

Colorin colorado, el retumbadero  no ha acabado (se viene el retumbadero alto).

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Bienvenida 2016

Descripción: Salida de Bienvenida, Cerro Punta Horizonte.

Fecha: Sábado 30 de Abril y Domingo 01 de Mayo, 2016.

Encargada de Salida: Magdalena Muñoz.

Relato: Diana Cid.

Comenzamos nuestra gran salida de bienvenida un hermoso sábado 30 de abril del 2016. Cabe mencionar que los fines de semanas previos estuvieron llenos de lluvia es por esto que la mayoría de los participantes de la Rama, en especial los integrantes del curso básico, estaban deseosos de adentrarse en la montaña.

Es así como ese sábado todo estaba planeado para comenzar a cargar el bus a las 9:00 horas. No obstante, el bus nunca llegó. Sin embargo, esto no disminuyó el interés ni el entusiasmo de nuestros compañeros. Ya que ante este infortunio, el grupo se organizó para llegar en locomoción, algunos en autos propios, otros en metro bus e incluso algunos en colectivos. Todos hacia el sector del Toyo, específicamente a la Reserva Coyanco. Una vez que el grupo estuvo reunido en la entrada de la Reserva y se repartieran los suministros, que utilizaríamos más tarde en nuestro asado de bienvenida, se dio comienzo a la caminata para llegar al lugar de campamento.

Caminamos cerca de 40 minutos al lugar del campamento. Armamos nuestras carpas, las cuales eran varías considerando que éramos 36 participantes en esta instancia. Descansamos un rato. Varios prepararon almuerzo. Destaco el menú masterchef de la cordada de nuestra presi Berni, donde Daniela se lució realizando una gran salsa blanca con diversos mariscos, entre ellos camarones. Sin embargo, esta no fue la única cordada gourmet. Hubo por ahí ravioles al pesto, cus cus con diversas verduras, millones de salsas elaboradas. Había que aprovechar la cercanía de esta salida para comer lo mejor posible.

Después de nuestro almuerzo gourmet, algunos decidieron ir a descansar a sus carpas. Otros se quedaron sociabilizando y algunos fueron al inicio del recorrido a buscar agua, ya que el agua que estaba cerca del campamento hizo dudar a varios de los asistentes si se debía consumir. Luego, a eso de las 19:00 horas nos reunimos para comenzar el gran asado que teníamos preparado para esta salida. Estaba enfocado en poder conocernos y fortalecer los lazos entre los integrantes de la rama. Por otro lado, su enfoque deportivo estaba en las actividades del día domingo, la cual sería subir el cerro Punta Horizonte. Mientras se comenzaba con el asado cada uno de los participantes de la salida se presentó ante todos los miembros, dando lugar a una jornada pintoresca llena de buenos momentos. Incluso hubo música a cápela por parte de unos chicos motivados que cantaron sin parar gran parte de la jornada. Destaco el gran corazón puesto en su canto, más que su buena afinación. Así mismo, diversos integrantes conversaron sobre sus intereses, experiencias y sobre la vida misma.

Pero todo tiene un final y esta salida, como habíamos dicho, no sólo era de camaradería sino que también deportiva. Así que se acordó que todos debían de estar en pie a las 7:30 am del domingo 01 de Mayo para ascender a la cumbre del Punta Horizonte y estar de vuelta en el campamento antes de las 17:00 horas. No obstante, el clima nos tenía una sorpresa. Durante la madrugada comenzó a llover. Muchos despertamos con el hermoso ruido que forman las gotas de lluvia deslizándose sobre nuestras carpas y con una temperatura ambiente exquisita donde casi bastaba estar en polera. Nuestra encargada de salida Magdalena Muñoz se asesoró y conversó con diversos integrantes del grupo para encontrar la resolución más óptima ante lo ocurrido. Según lo que podíamos ver en internet no seguiría lloviendo mucho más. Sin embargo, mientras amanecía seguían unas amenazantes nubes negras encima de nosotros. Por ello, se decidió a esperar hasta las 9:00 horas para reevaluar una salida a un sector más cercano. Y así se hizo.

Comenzamos a caminar por el costado del río. Mientras comenzamos nuestra pequeña aventura, fuimos buscando senderos que pudiésemos seguir. El grupo seguía muy entusiasta y con ánimos de llegar a una cumbre, aunque fuera una pequeña lomita, es así que recorriendo y perdiéndonos entre senderos subimos por nuestro propio camino. Podríamos decir que en conjunto creamos la forma para llegar a nuestra cumbre, al mirador de una loma (que no sé qué nombre tendrá) pero que nos unió como grupo. Llegamos cerca de las 12:20 horas al mirador, descansamos un rato y nos dimos cuenta que había por el costado opuesto al que subimos, un sendero marcadísimo que podría llevarnos de vuelta hacia el lugar del campamento, y efectivamente así fue. Este sendero era como un paseo en el parque, estaba muy marcado y entre medio de mucha vegetación de distintos colores. En general, pudimos apreciar desde un comienzo que era un sector lleno de los más diversos colores que podemos encontrar cuando los arboles cambian de estación.

Después de 30 a 40 minutos de caminata llegamos al campamento base a comer y ordenar nuestras cosas para partir a casa a eso de las 15:30 horas. Al final de esta travesía nos quedamos con el corazón lleno de experiencias forjadas al compartir con nuestros compañeros, en una instancia que no se da muchas veces y con muchas ansias de poder realizar más salidas deportivas que nos lleven a adentrarnos a las montañas.

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Cerro el Plomo

Cada loco con su ruta

Por Maximiliano García

El Plomo es un cerrazo. Escogido por los incas como «Apu» (guardián), domina todo el valle central de Mapocho, abasteciéndolo generosamente de agua proveniente de sus diversos glaciares. Desde su cara sur nace el estero Molina, que junto al estero de Yerba Loca forman el río Mapocho. Desde los glaciares más occidentales y septentrionales, en cambio, el Plomo alimenta al río Maipo, formando al principio el río Olivares, afluente principal del río Colorado, que antes de dejar los valles cordilleranos interiores se suma al caudaloso Maipo.

Objetivo: Cerro el Plomo

Fecha: 25 al 28 de Diciembre

Jefe de salida: Felipe Morales

Participantes:

Ruta Normal variante por el Iver: Ariel Russell, Verenna Rinnofner, Martina Monckeberg, Ignacio Villagra, Paula Urizar, Felipe Grasset, Diego Ramos, Felipe Morales, Willy Montenegro, Juan Carlos Plumas, Maximiliano García, Cristian Figueroa, Alejandro Sánchez, José Miguel Díaz, Armin Aros, Guillermo Reyes, John Monroy y Martina Krupková.

Ruta por el Glaciar Iver: Dager Borvarán, Tamara Rivera, Ignacio Quiroz y Francisco Osorio.

Ruta por el Glaciar Colgante: Gabino Reginato y Camilo Tapia

La última salida del año 2015 de Ramuch, como es usual, tuvo como escenario el imponente y entrañable Cerro El Plomo (5424 msnm). Esta vez, sin embargo, tuvo un sabor más dulce que en otras ocasiones: el sabor de haber hecho cumbre por tres vías diferentes. Si bien muchos cerros permiten ascensiones de diferente dificultad por diferentes rutas simultáneamente (en la misma época), poco se aprovechan esas oportunidades de reunir a gente de conocimientos, capacidades y aspiraciones diferentes en torno a un mismo objetivo. Esta vez se hizo, y con esto en mente empieza este relato.

Día I: Aproximación hasta Piedra Numerada

El día 1 de este relato cayó en Navidad, así que todo comenzó más bien tarde. El grupo que iría por la ruta normal se reunió a las 14 horas en el Unimarc del Metro Escuela Militar, y una hora antes lo mismo habían hecho los grupos que irían por los glaciares, todos con una puntualidad que rara vez se observa en fechas similares. La partida de los vehículos del grupo mayor se concretó más o menos 1 hora después, sin contratiempos hasta Valle Nevado. Hasta aquí todo iba según lo planeado.

El plan era llegar con los vehículos a Tres Puntas, y ahí iniciar la marcha. La camioneta de Gabino llegó a dicho punto con los grupos de los glaciares Iver y Colgante y su equipaje, e iniciaron su marcha hasta Piedra Numerada (algunos hasta Federación directamente) sin contratiempos. El grupo de la ruta Normal estuvo cerca de hacer lo mismo, pero los guardias de Valle Nevado dijeron otra cosa, y la infalible Mahindra de Willy debió quedar estacionada en el estacionamiento del Centro de Ski, y así se inició una no-muy-apasionante marcha por el camino vehicular hasta Tres Puntas, donde esperaban Felipe con su hermano, quienes en su camioneta (que se devolvió el mismo día a Santiago) cargaron las mochilas hasta allá.

Una vez reunido el grupo en Tres Puntas, nos colgamos las mochilas a la espalda, ajustamos riñoneras y empezamos la marcha hasta Piedra Numerada alrededor de las 18:30 horas. Fueron alrededor de 1:30 de caminata en un sendero de descenso regular con algunos tramos en ascenso, que culminaba con una vista sobrecogedora de nuestro objetivo, desde una perspectiva que no hacía más que reforzar el sentimiento de respeto y ansiedad que nos embargaba. Nos rodeaban las paredes del Valle del Río Molina, sosteniendo Cancha de Carreras por el Oeste y las cumbres del cordón del Cepo por el Este. Una bonita planicie al centro del valle nos albergaría esa noche, pero debíamos sortear unas vegas traicioneras que mojaron a más de uno.  Alrededor de las 20:00 montamos el campamento, preparamos la cena y compartimos la alegría de la ascención que recién comenzaba. A los 3370 msnm de Piedra Numerada, la altura no se sentía: no pasaba de ser una amenaza lejana aún.

Día II: Piedra Numerada – Federación

La segunda jornada empezó con calma. A las 7:30 empezaron a sonar los despertadores y a encenderse las cocinillas, mientras que a las 9:15 el sonido que se escuchaba era el de las últimas estacas siendo guardadas en las mochilas. Así, la segunda jornada de marcha comenzó pasadas las 9:30, con un retraso leve respecto al plan original pero irrelevante, considerando que llegaríamos a Federación (4100 msnm) en entre 4 y 6 horas más.

El camino empezó cuesta arriba, remontando las grandes irregularidades del valle de Molina. A poco andar cruzamos el estero Molina, que presentaba un rostro más amable que el que veríamos a la vuelta. Rápidamente “los del Iver” desaparecieron adelante, en su avance hasta La Hoya. Ahí acamparían, buscando aclimatar lo más intensamente posible en su preparación para el Volcán Tupungato.

Después de una hora de marcha, Felipe (L, de líder de expedición) nos detuvo para una charla sobre las pircas que los Incas establecieron en Cerro El Plomo y los valles circundantes, que fue complementada con la perspectiva militar de Willy. Un momento de instrucción y nutrición a los pies del subvalorado cerro Bismarck (4650 msnm) .

La marcha siguió sin novedades, subiendo algunos neveros y acarreos, y a ratos esperando a quienes se rezagaban. Es así como a las 14:30 llegamos a Federación, de dónde comenzaríamos el ataque a cumbre la madrugada siguiente. Los 4100 msnm de Federación nos daban algunas pistas amenazantes (dolores de cabeza, más bien) de lo que se venía, pero en general nos sentíamos como en un resort: sol, brisa fresca, agua cerca y un paisaje que aún no creíamos merecer. Por sobre el cordón del Cepo asoman algunas cumbres notables, como el Marmolejo y el Mesón Alto.Tras una necesaria elongación dirigida por Paula, instalamos las carpas en buenos sitios, almorzamos, y algunos conversaron, los más experimentados aconsejaron, y otros durmieron. Felipe (L) hizo una breve visita a quienes alojaban en La Hoya, 100 metros más arriba (100 metros bastante puneros). A las 16:30 empezó un breve curso de uso de crampones y travesía en glaciar, cortesía de Armin, John y Felipe (L). Tras esto, solo quedaba cocinar, calmar los nervios y dormir lo que se pudiera. El día terminó a las 21:00.

Día III:Federación- Cumbre – Piedra Numerada (o el día más largo)

Los primeros despertadores sonaron poco antes de las 3 am. Las frontales empezaron rápidamente a iluminar los avancés, y a ras de suelo las mucho más tranquilas luces de las cocinillas brillaban con la paz que nos faltaba a los novicios. Arriba, la Luna iluminaba todo el valle y sus glaciares.

La marcha empezó a las 4:05, casi puntual, remontando el acarreo que llevaba a La Hoya. Ahí nos juntamos con Alejandro, que acampó con los del Iver pero generosamente fue cerrando nuestro grupo. A la izquierda del sendero que subía, los glaciares centelleaban vivaces, ocultando el avance raudo de Nacho, Dager, Tamara y Pancho.

Las luces de Santiago y Rancagua surgieron por encima de Cancha de Carreras y el Pintor (4200 msnm) a eso de las 5:30 o 6:00 am. Las primeras luces del alba dibujaban a la derecha de nuestro campo visual las siluetas macizas del Marmolejo (6100) y San José (5850), y otros tantos que en la oscuridad se mantenían anónimos. A la izquierda, las estrellas y el glaciar, mudos. A eso de las 7:15 empezamos a llegar al refugio Agostini. A nuestra izquierda veíamos aún arriba al Leonera (4950 msnm); a nuestra derecha, multitud de sierras se dibujaban ya con el amanecer. Un rato después pudimos ver algo de la accidentada cara Norte y Noreste del Bismarck. Nuestra cumbre se veía (en realidad, no se veía) aún lejana, y algunos de nosotros ya afectados por la altura. Un par de mareos que terminaron con el desayuno en el piso pero que no concluyeron la aventura.

8:50 y ya recorríamos lateralmente el acarreo previo a la Pirca del Indio (5100). Leonera abajo ya a la izquierda. En la pirca del Indio por fín se abre la vista al Este, con el siempre asombroso Tupungato y sus compañeros al Sur, ordenados: Tupungatito, Nevado Sin Nombre, Alto San Juan y Nevado Piuquenes. Más al Norte el impresionante Polleras. Tras retomar la marcha y remontar una pequeña loma emerge una vista imponente: el glaciar Iver envolviendo la cumbre, desplomándose hacia el Oeste -también al Este, con menor pendiente y mayor esplendor. Por el medio se dibuja claramente el sendero, por el que se lanzó justo antes de nosotros sin crampones ni zapatos de montaña (ni idea de lo que hacían) un pequeño grupo de montañistas de mula. Cuando ya nos hacíamos la idea de lo que se venía, un notición: el líder decidió continuar la marcha no cruzando el glaciar para encontrar el acarreo final, sino ascendiendo por la masa de hielo hasta su final. Había que aperrar. Eran las 10:30.

La marcha zigzagueante por el glaciar duró casi una hora. El hielo estaba bueno, aunque hacia la derecha se veían sectores de hielo cristal que intimidaban. La pendiente iba creciendo a media que avanzábamos, y la vista hacia nuestras espaldas iba ampliándose a cada paso. Al llegar arriba, estábamos rendidos, pero sabíamos que quedaba poco. Avanzamos por entre las lomas, a la expectativa de lo que vendría. La (pequeña) multitud que se observa adelante advierte que el final está cerca. Al llegar, a las 11:30 los últimos, nos recibió una vista emocionante: al frente, el Juncal con sus glaciares abrazando un valle por el que desfilan hielos y macizos, junto al Nevado el Plomo. A la izquierda, el bello Alto Los Leones parecía presentar al colosal Aconcagua. A la izquierda, los glaciares de Olivares. Deslumbrante premio para 8 horas de esfuerzo, que sacaron algunas lágrimas y muchos gritos de alegría. Abrazos múltiples de cumbre, junto a los del Glaciar Iver, que habían llegado casi dos horas antes. Las noticias de que el avance de Gabino era firme por el Glaciar Colgante cerraban una mañana de alegría. Fotos de cumbre (más un par de videos sobreactuados), comer y empezar el retorno, pasado el mediodía.

Cruzar el glaciar de vuelta fue un agrado. En el traverse se habló de bajar por una ruta directa, más rápida y más entretenida. No parecían haber objeciones razonables. Cuando ya habíamos bajado demasiado para arrepentirnos empezaron las dificultades -pequeñas por cierto: una pequeña desescalada y unos acarreos demasiado empinados. Rápidamente llegamos a Agostini, y tras una breve parada el rápido retorno. Una laguna turquesa llamaba la atención en la morrena del glaciar Iver, en La Hoya. Ya a las 15:30 estábamos de vuelta en Federación.

Felipe apuntaba con sus binoculares hacia el glaciar, y se aferraba al walkie-talkie hablando con Gabino. Él hizo cumbre a eso de las 15:00, pero su cordada, Camilo, aún estaba en el glaciar, sin mostrar grandes avances pero sí una gran fatiga. Y las nubes se acercaban, con carteles enormes que decían “frío” y “tormenta”. Los ojos expectantes de todos no distinguían a nadie, pero escuchaban el relato a través de las radios con creciente frenesí. Rápidamente se armó un plan, en el que Gabino y Camilo saldrían del glaciar por el costado, buscando llegar a Agostini, donde serían alcanzados por Dager y Nacho, que les llevarían provisiones. Esto fue lo último que supimos antes de partir hacia Piedra Numerada nuevamente. Un poco antes, JM y Armin habían partido de vuelta a los autos, sumándose a John, Martina K. y Guillermo que habían retornado desde el cerro más temprano por la altura.

Al llegar (19:00 hrs.), mientras armábamos las carpas escuchábamos las buenas noticias: el plan había salido perfecto, y ya volvían todos a La Hoya, entre risas y fatiga. Elongamos, cocinamos y evaluamos en una ronda en la que abundaron las historias emotivas, como la de Felipe y su ascenso a los 15 años, que encontraba reflejo en este primer ascenso de Cristian a los 17 (¡que también era su segunda cumbre en Los Andes!). Muchos años de espera algunos, muchos años de sueño sin concretar de parte de otros; El Plomo siempre había sido testigo de nuestras vidas en Santiago y ese 27 de Diciembre habíamos sido testigos del paisaje que guarda. Esa noche dormimos como nunca.

Día IV: Piedra Numerada – Santiago

A las 8:30 del Lunes 28 empezámos a movernos. Un desayuno y levantamiento del campamento tranquilos nos permitieron partir a las 10:30; misma hora en que iniciaban el retorno los de los glaciares. A eso de las 12 estábamos de vuelta en Tres Puntas, mientras que los demás nos alcanzaron 15 minutos después. La bajada hacia Valle Nevado fue inmediata, tras cargar la camioneta de Gabino. Otros montañeros que venían de El Plomo nos llevaron a dedo en su maleta, de modo que a las 13:30 estábamos esperando que llegara el hermano de Felipe (¡gracias!). Llegó, cargamos la camioneta y enfilamos a Santiago. Una parada breve en las empanadas de La Ermita para volver a probar sabores más intensos que el atún, fungió de cierre de una salida intensa en lo físico y emocional. La coronación del primer año en la Rama, el retorno a la Rama, un paso (grande) más en la preparación para el Tupungato; este ascenso tuvo muchos significados diferentes, muchos más que las rutas recorridas. Lo común para todos fueron la cumbre y la inspiración para buscar nuevas metas.

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Volcán San José

Salida Deportiva y de Aclimatación

Lugar: Volcán San José, R.M (5.856 m.s.n.m)
Objetivo: General: Cumbre; y en específico: aclimatar para el grupo “Tupungato”

Fecha: 15 a 18 de enero, 2016

Participantes:

De una u otramanera participaron de la salida: Eric, Tamara Rivera, Dager Bovarán; Ignacio Quiroz, Ingrid Alvial, José Miguel Diaz, Armin Aros; Gabino Reginato, Felipe Morales; Felipe Grasset, Paula Urizar; Francisco Osorio, Nicolas Villar y Alejandro Sánchez. Contábamos con mapas, teléfono satelital, señal de Claro en algunos lugares y 3 radios con canales cerrados.

Día 1:

El día 15 salimos 2 grupos a distintos horarios de Santiago con el objetivo de hacer el C.1 a 4.200, el C.2 a 4.800, atacar cumbre, bajar a hacer C.3 en Plantat y regresar descansados a Stgo., además de haber dormido en altura para aclimatar. Dado el retraso en la salida y lo duro del itinerario, se replanteó el C.1, llegando a “Las Lajas” (~3.600).

Ahí nos quedamos Paula, Felipe, Felipe, Gabino, Pancho, Nico, yo, Ingrid, J.M., Armin, Nacho. Ese mismo día en la noche salieron de Stgo. Eric, Tamara y Dager, sólo Dager con posibilidades de hacer cumbre. Ellos tuvieron que cruzar los ríos de La Engorda de noche y llegaron a Plantat muy tarde, donde hicieron el C.1.

Día 2:

La salida se demoró en parte porque el objetivo de quedarse a 4.800 parecía no tener sentido al tener que esperar a Dager y Tamara que se unirían al grupo, pero saliendo desde Plantat. Se decidió Llegar al campamento de 4.500 y pasar las próximas dos noches ahí para aclimatar. Antes de salir, mientras todos arreglábamos nuestro equipo, Armin nos anuncia que luego de conversar con su cordada decidió bajar, por problemas laborales. El camino desde las Lajas a 4.500 tenía bastante nieve, no vimos desprendimientos y entre los 4.200 y 4.500 pudimos rodear el glaciar de roca sin problemas. En los 4.500 había agua de deshielo. Dada la cantidad de carpas, quedamos dispersos en 3 sectores. Tamara y Dager llegaron sin problemas quedándose en el sector más bajo, con Gabino y Felipe.

Día 3:

Tamara y Gabino regresaron a Santiago. Atacamos cumbre: Ingrid, Ignacio, J.M., Dager, Felipe M., Felipe, Paula, Pancho, Nico y yo pasado las 4,00 a.m., buscando montar el acarreo y dirigirse al portezuelo entre las cumbre norte y principal para tomar el filo norte hacia la cumbre. Llevamos 2 radios una para los que abrían, otra para los que cerraban. La 3ra la bajaron para cuando hubiese que coordinar el regreso.

El acarreo lo sorteamos muy lento por una ruta diagonal. Ahí perdimos tiempo y energías. Sin embargo teníamos tiempo y los días previos la cumbre se mantuvo despejada durante todo el día, por lo que mantuvimos el ascenso. El grupo se dispersó por cordadas, y dado no subieron Tamara y Gabino, Felipe M. se unió con Paula y Felipe, y Dager con Pancho, Nico y yo. Ingrid decidió bajar luego de sentir mal de altura y correr riesgo de deshidratarse, siendo acompañada por Ignacio y J.M. siguió solo, pero se quedó con la radio de cierre.

Antes de llegar al portezuelo, se hizo un traverse por el glaciar hacia el filo norte de la cumbre principal. El cruce nos tocó ya con luz del día y además estaba con nieve que se podía cantear o hacer peldaños, por lo que no usamos crampones. Las cordada que iba adelante trataba de tener contacto visual con la de Paula y los Felipes y contacto con radio con J.M. pero nos distanciamos mucho durante el ascenso por el filo.

Arriba, se sentía la altura y el frío, y una vez en el borde del cráter, cada uno se sintió pequeño ante la inmensidad del desafío: una cumbre lejos hacia el este, un cráter enorme entre-medio y la cumbre oeste lejos al otro lado… ¿a dónde vamos? ¿vamos a la este, rodeamos y luego a la oeste?. Decidimos ir a la cumbre este que sabíamos era la más alta, caminamos rodeando el cráter y sintiendo viento sur que dificultaba el ascenso tanto como bajaba la sensación térmica. Mi cordada se separó en dos, Nico y Pancho adelante, Dager y yo más atrás. Dager quiso regresar. ¡Pero si ya estamos llegando! llegamos a un morro, pensamos que la cumbre estaba atrás, y lo estaba, pero bien atrás. Al Dager casi se le cae la cara, pero se veían Nico y Pancho en la cumbre. ¡Vamos! Seguimos y llegamos ¡Duro el cerro! ¡fuerte el viento! ¡se siente la altura! Llegamos. Yo me recosté y parecía momia, a Dager estaba con frío y se acurrucó entre-medio. Esto mientras esperamos. Llegó Felipe M. y después el otro Felipe y Paula. Faltaba J.M. ¿Lo esperamos? ¿Cuánto tiempo más? Contacto por radio, instrucciones. Ya la foto y nos vamos. Y Llegó J.M. El mismo J.M. dijo que le sorprendió que lo hayamos esperado tanto allá arriba. La foto cumbrera está con los 8 rameros (tipo medio día?).

Al regreso no hubo complicaciones, en el campamento nos encontramos con Ingrid quien instó a la convivencia del grupo. Primero pidiendo que haga mate para hidratar y compartir, luego instando a cocinar todos juntos. La tarde de descanso y recuperación fue súper grata. Los que tenían la carpa lejos igual pese al cansancio fueron a buscar su comida y utensilios para cocinar juntos, compartir el campamento, reconstruir la historia desde las distintas miradas y para la sana dispersión (a veces llena de imaginación, gracias al agua demasiado pura y/o a la falta de oxigeno).

En esas horas de relajo había que usar el teléfono satelital para coordinar con Gabino la hora de regreso, cosa que por algún motivo no resultó.

Día 4:

El regreso a Santiago fue tranquilo y sin inconvenientes hasta que Pancho se torció un pie. Por suerte ya habíamos bajado el glaciar, pero estábamos sobre 4.000. Cuando lo vi, estaba sentado a pata pelá y recibiendo un medicamento de parte de Nacho. Dijo que se torció el pie y se estaba vendando. Como cordada lo esperé para que bajemos juntos, el Nico le había cambiado su piolet por un bastón doblado y siguió adelante. Al verlo cojear, le ofrecí llevarle equipo, cosa que el Pancho no quiso por un rato. Luego de un trastabilleo y evidente dolor, le pedí que aliviane su mochila y me lleve cosas pesadas. Más abajo nos esperaban Nacho y Nico y ellos también cargaron peso. Tratamos de bajar por nieve haciendo peldaños para evitar que Pancho tuviera que cantear o pisar fuerte. A esa altura ya estábamos cerca de las Lajas, donde nos esperaba el resto del grupo. Desde ahí bajamos todos juntos.

Hasta Plantat no hubo mayor problema. Ya había habido contacto con Gabino y especulamos como regresar sin el vehículo de Armin. Descansamos bastante en Plantat y luego seguimos bajando. La parte dura para el Pancho fue la bajada a La Engorda. Mientras bajamos veíamos a Gabino corriendo por la Engorda. Nos juntamos y luego nos tocó el cruce de ríos, que por la hora estaban crecidos (tipo 17 hrs). De ahí todo era “plano” hasta el Cabrerio. Nos apretamos 11 rameros en la camioneta hasta San José, donde Ingrid, Ignacio y J.M. tomaron transporte público para bajar a Stgo. Eso luego de evaluar la salida y alimentarnos. Como era día lunes, estaba casi todo cerrado, pero los sandwiches en San José valieron la pena.

Relato por: Alejandro Sánchez

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Salida Septiembre- Volcán Antuco

Historia de un dieciocho

Son las 4:50 y ya me desperté un par de veces antes, el frontal se me quedo puesto en la bicicleta, pero ahora sí que lo echo de menos, mas encima anoche nos encargaron abrir la ruta. La linterna del Carlos alumbra poco también, pero en fin, resolveremos en el camino, son las 4:50 y tengo puras ganas de salir a caminar al cerro.

Famoso cono volcánico ubicado justo al lado poniente del lago Laja y que se formó desde dentro del antiguo volcán Laja, siendo aún visible parte de este antiguo cráter en la zona noreste del volcán. Este volcán ha tenido una notable influencia geológica en la conformación del valle central de la región del Biobío, influyendo en forma considerable en las cuencas de los ríos Itata y Laja-Biobío.

La salida de Santiago resulto levemente caótica, con el Carlos preparamos las ultimas cosas y partimos pa la Shell de Bilbao, nos pillamos con la Dani sentada en la cuneta, escuchando música, abstraída del bullicio ansioso de una ciudad que escapaba, los minutos pasaban y el resto de la prole esperaba en Grecia. Esto se venía pa largo, entonces que mejor que tomárselo con calma. Al rato llego el Gabino con la Espe y mientras cargábamos las cosas en el autobús mágico apareció el Felipe y el Camilo

Nos juntamos con los otros tres carruajes que componían nuestra caravana y partimos aplanando la carretera rumbo sur. El Diego y la Clau; El Erick, Nacho, Nico, Pancho y la Carmen; La Lore, con Hans, Rodrigo y la Ingrid y Nosotros: Gabino, Nannette, Espe, Dani, Carlos, Camilo, Felipe y yo, en total 19 humanidades que se asaban a fuego lento con el sol puesto sobre el techo. Yo me lleve un pancito y al puro olor salio el típico… a ver, déjame probar, y claro, todo buena ondi, no sabía lo que me esperaba.

Nos perdimos de vista rapidito con el resto de los cabros, la carretera iba llena de santiaguinos que partían a pasar el 18 a la zona de los valles, pero gracias a la comunicación inmediata y espontánea, acordamos juntarnos en la copec de Chillán, ya había caído la tarde y entrabamos a la noche, pero esto estaba recién empezando noma!!

Así que nos pegamos una estirada de piernas, encargamos unas promos.. de completo más bebida y cashamo como llegar a Larqui, un lugar tan pequeño que ni siquiera aparece en el mapa (de la copec) Antes de subir al auto de nuevo la Lore nos regaló la primera clase de baile y algunas motivadas prendieron altoque, el resto aun estábamos en rodaje

En Larqui nos recibieron con tecito y la tetera puesta pa las repeticiones, El Tio (de la Nannette) sucumbio ante la mirada de ternura de nuestra presi y los niños, que según los planes dormíamos en el patio, nos acomodamos en el living y el comedor, y las niñas cómodamente en las camas. Se dice que más de alguno roncaba como aserradero, yo no escuche na’ (quizá fui yo, jaja). Sonaron un montón de despertadores diversos, y algunos más de una vez y como el familión que somos, partimos moviéndonos lento como los continentes. La niebla a ras de suelo, iluminada tangencialmente, como solo puede hacerlo el amanecer, fue motivo más que suficiente para que el frente fotográfico saliera a capturar el momento

Con las maletas cargadas y el cuerpo más despierto, nos despedimos de los tíos de la Nannette y partimos rumbo a Antuco

Así que nos pegamos una estirada de piernas, encargamos unas promos.. de completo más bebida y cashamo como llegar a Larqui, un lugar tan pequeño que ni siquiera aparece en el mapa (de la copec) Antes de subir al auto de nuevo la Lore nos regaló la primera clase de baile y algunas motivadas prendieron altoque, el resto aun estábamos en rodaje

En Larqui nos recibieron con tecito y la tetera puesta pa las repeticiones, El Tio (de la Nannette) sucumbio ante la mirada de ternura de nuestra presi y los niños, que según los planes dormíamos en el patio, nos acomodamos en el living y el comedor, y las niñas cómodamente en las camas. Se dice que más de alguno roncaba como aserradero, yo no escuche na’ (quizá fui yo, jaja). Sonaron un montón de despertadores diversos, y algunos más de una vez y como el familión que somos, partimos moviéndonos lento como los continentes. La niebla a ras de suelo, iluminada tangencialmente, como solo puede hacerlo el amanecer, fue motivo más que suficiente para que el frente fotográfico saliera a capturar el momento

Con las maletas cargadas y el cuerpo más despierto, nos despedimos de los tíos de la Nannette y partimos rumbo a Antuco.

Paso la tarde y llego la noche, había en el grupo la sensación generalizada de que nos enfrentábamos a un Pochoco con nieve, que el Antuco no presentaba mayores dificultades. Tuvimos la reunión de coordinación y se designaron los roles, el Carlos y yo (Pablo) habríamos ruta y el Jon con la Martina cerraban.

Montaña, levantarse de noche, abrigarse como hijo único, cargar las colaciones, apurar al resto, prender los motores y salir!! Incriblemente los 21 estuvimos listos a las 5.10, con unos elegantes 10 minutos de atraso. Dejamos los vehículos casi al lado de los andariveles y a pocos pasos de empezar la marcha ya sentíamos el crujir de la nieve bajo las botas, había nevado durante la semana y ya estaba bien compacta. La temperatura, agradable para mantenerse en marcha, el cielo totalmente despejado y la nieve con pocas marcas de humanidad. De inmediato nos dimos cuenta que necesitaríamos los crampones entonces al poco andar ya estábamos equipados como árbol de pascua. Uno de la megacordada pajaroneo y opto por no llevar crampones, al captar la gravedad de tal descuido nos deseó buena suerte y volvió con el rabo entre las piernas (Ahí seguirá el Volcán esperando tu retorno). El choclo lentamente comenzó a desgranarse, habíamos hablado de una ruta que tomaba hacia la el norte y luego hacia el sur, pero nunca la vimos muy clara. Entonces con los cinco sentidos y medio fuimos leyendo el Volcán, midiéndonos con las pendientes, y pasándolo chancho.

La ladera se mantuvo bien homogénea, montados siempre en el ‘filo cumbrero’ todo era subir. En el último cuarto de la subida, la pendiente aumento, ahí la subida fue a 4 patas, pero solo para que las fotos salieran más montañosas.

Con la cara llena de risa nos sentamos a esperar reagruparnos, la cumbre se veía cerca, calculábamos que nos quedaba una hora, quizá un poco más. Atrás veíamos la hilera de rameros, dando lo mejor, poniendo en cada paso las ganas irrefrenables de ascender a respirar ese delgado aire.

EL último ascenso. La pendiente fuerte y sortear la pasada de un hongo de nieve era lo que nos separaba de la cumbre. Conversamos la ruta y a darle pata. Contra lo que esperábamos la cumbre estaba mucho más cerca, como si hubiese salido a encontrarnos, y en menos de 15 minutos ya veíamos la cordillera que se extendía al sur, y para colmo, atrás en el horizonte un Volcán haciendo erupción!! . Arriba, abrigados por los gases de la fumarola nos fuimos juntando y abrazando. Mi primer ascenso volcánico, agradecido de todos los participantes y ojala pronto hagamos más volcanes!! Son super entretenidos.

PD: A la 13:00, previa discusión por las elecciones de ruta entre lxs que abrimos y lxs que cerraron, comenzamos el descenso. Abajo nos esperaba la promesa de una fonda, con sus terremotos y cuecas. Agradecimiento especial al Diego, que hizo varias clases expres de descenso con crampones. Hay que mejorar nuestras técnicas en general y asumir un rol más activo en nuestra formación como montañistas.

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La Paloma

Salida Deportiva Octubre

Cumbre Cerro la Paloma, Ruta por Glaciar del rincón 10, 11 y 12 Octubre 2015

Ingrid Alvial/Tamara Rivera

Guillermo Reyes/Luis Caballero
Dager Borvaran/Francisco Osorio/Nicolás Villar

Edgardo Galaz/Gabino Reginato/Bernardita Araya

Relatora: Bernardita Araya

RAMUCH
Rama de Montaña Universidad de Chile Fundada en 1941

RELATO CERRO LA PALOMA

Sábado 10 de Octubre, todo partió como reloj, el grupo conformado por 10 entusiastas rameros se juntó puntualmente entre 8 a 8:15 am en el ya famoso Unimarc de Escuela Militar, en dos auto partíamos hacia Yerba Loca (ubicado en la Curva 15 de Camino a Farellones), no sin antes pasar a llenar los estanques en la bencinera.

Era temprano por lo que no tuvimos mayores inconvenientes en el tránsito y llegamos alrededor de las 11 a Yerba Loca, una vez registrados nos dirigimos a Villa Paulina, debo mencionar al caballo cruzado en los primeros metros del camino de tierra, el cual no quería moverse por ningún motivo! Guille, Luis e Ingrid tuvieron que bajar del auto y trataron de mover a nuestro amigo que tenía cero intención de hacerlo! Después de unos minutos cedió y pudimos pasar sin problemas. Llegamos a Villa Paulina, nos dirigimos al estacionamiento y dejamos los autos, pasamos al baño, recargamos agua, nos reunimos para las últimas indicaciones y partimos rumbo a Piedra Carvajal.

Iniciamos la marcha, el día era hermoso, estaba fresco y el sol iluminaba nuestro andar, al cabo de unas horas el grupo se separó en dos pero al andar equipados con radios siempre estuvimos conectados e informando de nuestro recorrido (un aplauso para los gestores de la compra de las radios que fueron de gran ayuda durante toda la salida).

Como Guille mencionó al inicio de la marcha nos fuimos deteniendo cada una hora para hidratarnos, comer algo, juntar al grupo y descansar unos minutos (las mochilas estaban pesadas y se hacía oportuna la detención). Después de aproximadamente 7 u 8

horas de caminata llegamos a Piedra Carvajal, extenuados por la marcha. Cada cordada inspeccionó el terreno para luego desplegar las carpas y dar inicio a nuestro campamento base. El lugar colmado de nieve por todos los rincones era un verdadero paraíso blanco.

Una vez instalados nos dispusimos a comer, cada cordada lo hizo dentro de su carpa ya que era tarde y hacia frio. Acordamos salir a las 4 am para iniciar la marcha hacia la cumbre. Siendo poco más de las 21 horas el grupo ya descansaba en los brazos de Morfeo.

Pasado las 3 de la madrugada ya empezábamos a movernos, tomando un buen desayuno, hidratándose con tecito y equipándonos con la ropa y equipo adecuado nos reunimos para las indicaciones del líder de la salida. Todo claro y nos dispusimos a marchar a eso de las 4:20 de la madrugada, el clima nos acompañó desde el principio, nada de frio, no corría viento y el cielo estrellado iluminaba nuestro andar…se veía increíble.

Nuestra caminata era fluida a pesar de la gran cantidad de nieve acumulada, ya en el plateau el terreno empezó a inclinarse de a poco, y nos vimos exigidos al llegar al glaciar que se asomaba tímidamente bajo la gruesa capa de nieve. Fue ahí donde nos detuvimos unos minutos y mediante las comunicaciones de radio, Guille dio aviso que Ingrid se sentía mal desde la noche anterior por lo cual iniciaban la retirada hacia el campamento base.

Seguíamos nuestro andar y el terreno cada vez se inclinaba más, la nieve a ratos era muy densa, nuestros crampones crujían al contacto con ella, en otras ocasiones se volvía suave y delicada dejándonos ascender por peldaños. Cuando ya amanecía el frio se estaba haciendo notar y todos deseábamos que el sol nos cubriera lo más rápido posible.

Cuando el sol ya estaba sobre nuestras cabezas la marcha se hizo más agradable aunque el frio no nos dejaba, seguimos marchando hasta divisar la falsa cumbre que se veía bastante lejos y el plano seguía inclinado. Continuamos avanzando parando a ratos para comer e hidratarnos tan solo unos minutos porque el frio invadía rápidamente

nuestros cuerpos. Fue aquí cuando recibimos el llamado de Luis y Tamara que nos comunicaban que no alcanzarían el horario fijado para llegar a la cumbre por lo que daban media vuelta e iniciaban el regreso al campamento base.

Al llegar a la falsa cumbre, debo confesar que me sentía exhausta! Y creo que los chicos también pero ya estábamos cerca y debíamos llegar a nuestro objetivo. Fue así como después de unos minutos sentados en un manchón de piedras decidimos emprender el último tramo. Ya con las ultimas fuerzas llegamos a la cumbre a eso de las 12 o 12:30 del día, objetivo logrado!, abrazos varios, gritos de alegría, foto de rigor y un merecido descanso en la cima.

Una vez recuperamos en algo las fuerzas iniciamos el camino de regreso, el día era hermoso ya no hacia tanto frio y la bajada fue rápida pero igualmente cansadora.

Ya reunidos en el campamento base compartimos alimentos y comentarios sobre la ascensión. Realmente estuvo agotadora pero el sentimiento de felicidad y alegría de cada uno hace que cada paso dado valga la pena, el compañerismo demostrado y la fraternidad del grupo me dejan con una satisfacción difícil de describir.

Extenuados por la larga ascensión, y después de haber compartido una serie de alimentos (debo mencionar los sándwiches gourmet de Luis y Guille a base de salchichón español!), acordamos levantarnos temprano para salir en la mañana rumbo a Villa Paulina e iniciar el regreso a casa.

Después de 4 horas de marcha llegamos a Villa Paulina, encontrándonos con un puesto de jugos naturales maravilloso! Repusimos fuerzas, nos reunimos para concluir la salida, todo bien, cargamos los autos, despedidas, abrazos y hasta la próxima!.

“No es más quién más alto llega, sino aquel que influenciado por la belleza que le

envuelve, más intensamente siente”

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Salida aniversario al Punta Universitaria

28 y 29 de Noviembre, Sector Valle del Aparejo, 3927 m.s.n.m

Alejandro Sánchez e Ingrid Alvial

Desde su fundación en 1941 nuestra rama de montaña ha liderado importantes expediciones y desafíos deportivos; antigüedad y logros que nos llenan de orgullo y nos motivan para enfrentar nuevos retos y elevar cada vez más alto nuestro cuerpo y espíritu. Es por eso, que hoy a los 74 años de su fundación nos planteamos reunir a nuevos y antiguos miembros en una jornada de compañerismo, complicidad y celebración.

Como cada salida fijamos un punto de encuentro que en esta ocasión correspondió a la comuna de Macul (específicamente avenida Departamental con La Florida) a las 10,30 hr del sábado 28 de noviembre. Luego de presentarnos y esperar a que el grupo estuviera completo, partimos en vehículos particulares al sector del valle del Aparejo, siguiendo el camino que bordea el Embalse del Yeso. No sin antes hacer una parada en el retén de San Gabriel, para cumplir con los protocolos establecidos para cada salida.

En una apacible mañana primaveral de 1949, dos jóvenes montañistas, Salvatore Gandulfo y Silvio Batesella, remontan por primera vez la cumbre de un cerro de laderas verticales y corona de yeso, recibiendo el nombre de Punta Universitaria en honor a la casa de Bello. Hoy 66 años después 21 montañistas rememoran este primer ascenso en el marco de la celebración de los 74 años de la Rama de Montaña de la Universidad de Chile.

El trayecto hasta los pies del Valle del Aparejo nos tomó alrededor de unas 3 horas. Desde el lugar de estacionamiento nos internamos hacia el valle en un corto tramo (aprox 1 hora) hasta donde es posible contemplar imponente y desafiante al cerro Aparejo, bello picacho moldeado por glaciares que nos daba la bienvenida a su valle con un paisaje inspirador.

Ya a las 20 horas, luego de armar nuestro campamento base entre fuertes ráfagas de viento, logramos reunirnos todos (los 36 asistentes) para dar inicio a nuestro asado de camaradería, preparado por nuestro chef estrella Nico Villar. La velada partía con las palabras de nuestra directiva y presentación de las honorables visitas: Erling Villalobos, Osvaldo Latorre Astudillo, Luis “Tribi” Latorre Visintini, Meri Rovirosa, Veronica Rovirosa y Jorge Aedo.

Las horas pasaban entre anécdotas de nuestros antiguos miembros que con cada cántico e historia alimentaban nuestros corazones de admiración, orgullo y determinación. Ellos nos daban testimonio del espíritu de libertad que rodea las alturas, de los grandes logros que alcanzaron sin las comodidades que nos entrega la tecnología y el equipamiento de hoy en día, los obstáculos de conectividad que habían en esa época, que sin embargo significaron grandes hazañas que pronto cumplirán 50 años. Tal es el caso de la subida a la Cara Sur del Mesón Alto, el Cuerno Norte del Cochrane o Cerro Castillo.

Así transcurría la velada en el valle con un cielo calmo y despejado; un momento inolvidable donde nuevos y antiguos miembros reunidos bajo la luz de las estrellas y al calor de las brasas, compartían un mismo testimonio de vida y pasión por las cumbres….(y por los choripanes).

Domingo 29 de Noviembre

Ya a la madrugada del domingo 29 de noviembre, el grupo se dividía entre quienes intentarían el cerro y entre quienes se quedarían a recorrer y contemplar la belleza del valle (parte del relato que será preparado por Karina Rodríguez). A las alturas partimos: Karen Sepulveda, Verena Rinnofner (Austria), Dager Borvarán, Ingrid Alvial, Tamara Rivera, Bernardita Araya, Gabino Reginato, Pablo Azúa, Diego Rodríguez, Joaquín Riquelme, Nicolas Villar, Andrés Pinto, Sebastian Zarate, Armin Aros, Jhon Monroy, Guillermo Reyes, Ignacio Quiroz, Rodrigo Carvajal, Alejandro Sánchez, Erick Vasquez y Erling Villalobos.

La marcha hacia las verticales y blancas laderas se inició a eso de las 05:15 de la madrugada y continuó por un tramo de 5 horas que nos llevaría hasta la cumbre. El primer tramo fue en nieve, montando la ladera al este, luego se subió una ancha canaleta hasta el filo que limita el cajón. Ese fue un punto de reunión donde llegó Sucupira, Rojo y Miel, Romané, Respeto, Respeto, Respeto-respeto y hasta doña Juanita vendiendo empolvados. Unos “¡¡Olé! ¡olé-olé, olé! ¡Erling- Erling!! y a quienes vinieran asomando al final de la canaleta, resonaban entre las alturas y nos alentaban a seguir hacia la cumbre con una emoción inusual.

Una vez reunidos, descansados e hidratados, seguimos por el filo hacia el último tramo que nos exponía ante dos canaletas una con escasa cantidad de nieve y la otra transformada en un empinado acarreo. Este escenario nos hacía pensar que no alcanzaríamos la cumbre. Pero la osadía de nuestro compañero Gabino, quien logro cruzar este trayecto y armar una reunión con la ayuda de Pablo, Alejandro, Ignacio y Rodrigo, nos permitió a todos lograr el objetivo.

Es cierto, debemos recordarlo, la cumbre no es lo único que debe repetirse en nuestra mente…un cerro transformado en logro es mucho más que eso…es el compañerismo, el trabajo en equipo, el trabajo de cordada, tanto al inicio como al final de la salida. No siempre podremos alcanzar la cumbre y no siempre dependerá de nuestras capacidades; y bajo ese escenario nos quedamos con la ganancia de lo aprendido, de la experiencia que nos hace cada vez más fuertes pero a la vez más humanos y más vulnerables a los caprichos de nuestra madre tierra.

Cumbre

Ya en el último descanso hacia la cumbre, y mientras esperábamos que todos nuestros compañeros dieran el último paso hacia el filo cumbrero, nuevos peluseos seguían animando la jornada. Finalmente, cerca del medio día del domingo 29 de noviembre, 20 “jóvenes” y Don Erling Villalobos alcanzaríamos la cumbre del Punta Universitaria.

Que emocionante e imborrable momento cuando Don Erling daba los últimos pasos hacia la cumbre y nosotros ascendíamos tras de él, como un pastor que guía a sus ovejitas ansiosas de seguir sus pasos hacia la cumbre…y nuevamente resonaba aquel “¡¡Olé! ¡olé-olé, olé! ¡Erling- Erling!!”. Los abrazos cumbreros fueron particularmente felices esta vez, todos contentos de compartir la cumbre de la Punta Universitaria con uno de los grandes montañistas en la historia de la Rama, y él a su vez, feliz de ver a una rama activa y con un espíritu fraternal y alegre. Mención aparte merece el “baile cumpleañero del piolet”, idea de Jhon que interpretamos bailando con piolet en mano mientras le cantamos cumpleaños feliz a nuestra querida Ramuch.

La cumbre del cerro bajo un bello sol, nos ofrecía un gran espectáculo de los valles que nos rodeaban. A lo lejos se divisaba el Mesón Alto, Aparejo, Marmolejo y su glaciar, y otras varias puntas moldeadas por glaciares…pero ya era hora de regresar. El regreso al campamento base fue relativamente rápido y amigable. Una vez hidratados y alimentados prepararíamos el retorno a la urbe, que como de costumbre amortiguaríamos con unas ricas empanadas, momento oportuno para hacer la evaluación de esta salida y para escuchar las últimas palabras de nuestros miembros invitados, que emocionados nos alentaban a enfrentar nuevos desafíos y a seguir creciendo y disfrutando en este espíritu de compañerismo y pasión por las alturas.

La salida fue exitosa, no solo por la cumbre, sino por todo lo vivido y aprendido de nuestros antiguos miembros. Experiencias que quedarán en el fondo de nuestros corazones y nos impulsarán a llegar cada vez mas alto con nuestra querida Rama de Montaña de la Universidad de Chile “FELIZ ANIVERSARIO RAMUCH”

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Cerro Vega

CERRO VEGA
29 y 30 de agosto de 2015
Escrito por Elizabeth Mejías
Fotografías: Constanza Pinochet, Paula Urizar y Gabino Reginato

Sábado 29 de agosto

Desde distinto puntos de Santiago, partimos rumbo al Cajón de Lo Valdés en busca de la cumbre del Cerro Vega. El lugar se constituyó en nuestra segunda opción luego de que supiéramos que Alto Maipo mantenía cerrado el acceso al Cajón del Arenas.

Desde el Líder de Macul, sobre el Gabinomóvil partimos Cony, Xime, Pauli, Espe, Guille, Gabino y yo. En San Gabriel, cerquita del retén de carabineros, nos conocimos con el resto del grupo y en otros casos nos reencontramos con viejos rostros que andaban desaparecidos. Paula, Willy, Víctor, Diego, Nacho, Luis, Verena, Dager, Ariel, Francisco, Sebastián, Daniel, Cony, Xime, Pauli, Espe, Guille, Gabino y yo, entre otros, integrábamos la gran cordada Ramuch.

Después de registrarnos, tomamos dirección hacia Lo Valdés, donde dejamos los vehículos para internarnos en el cajón. Esta era mi segunda vez en aquel lugar, la anterior fue en noviembre del año pasado el marco del curso de técnicas invernales. Al igual que en aquella oportunidad el ascenso inicial me pareció extenuante. Luego de sortear ese primer tramo, las verdes laderas mostraban manchones de nieve mezclados con barro, y a medida que nos elevábamos su blancura, extensión y profundidad se apoderaba del terreno. De un momento a otro, las montañas mostraban todo el glamour que les da el invierno… era mi segunda vez en el lugar, pero la primera con ese color y reflejo.

Acordamos instalarnos a los pies del filo norte del Vega. Cada una de las cordadas comenzó a armar su campamento. Paleos, pequeñas trincheras y pircas hechas con bloques de nieve fueron la tónica.

Con Cony y Xime estábamos muy entusiasmada por lo que era nuestra primera experiencia montañera juntas, hasta que un viento traicionero nos jugó una mala pasada y rompió una de las uniones del parante. No había tiempo para desmoralizarse, así que rápidamente buscamos soluciones. Pero no hubo duct tape ni cordín que nos sirviera para reparar el desperfecto y ya era muy tarde para construirnos una cueva ¿qué hacer entonces? Empezamos a buscar asilo entre las carpas de nuestros compañeros y compañeras, quienes se mostraron muy dispuestos a acogernos. Sin embargo, la idea de separarnos no nos gustaba, queríamos permanecer juntas. Al parecer nuestro deseo fue tan fuerte que despertó el corazón e ingenio de Gabino quien nos recomendó cavar una trinchera y luego cubrirla con el techo de la carpa. Ayudadas por Pauli, Gabino, Guille y Daniel comenzamos a construir nuestro refugio, al que finalmente terminamos llamando “el hogar”.

Dotado de escalinata, despensa y tocador, “el hogar” nos permitió seguir siendo cordada con todas las de la ley. Mi más profundo agradecimiento a quienes participaron en esta gran hazaña arquitectónica, en especial a Gabino, el genio intelectual.

Lentamente el día nos dejaba mostrando sus últimos colores y luces, las que refractaban entre sinuosidades, pendientes, cúspides, rincones y paredes. Con el atardecer encima, nos reunimos para acordar los detalles de lo que sería el ataque de cumbre. Gabino como encargado de la expedición entregó las indicaciones: el ascenso se realizaría por el filo norte y la marcha se iniciaría a las 4 am. con crampones y polainas puestos.

Domingo 30 de agosto

3 am. suena la alarma que, precedida y continuada por otras, anunciaba el inicio del ascenso final. La noche en “el hogar” fue todo un éxito, sin frío ni derrumbes (que eran nuestros principales temores). Té, pan con palta y pasteles de mil hojas fueron los escogidos para iniciar al día. Luego, a preparar la mochila y ¡emprender el rumbo!

Una gigante y brillante luna llena hacía de las frontales algo accesorio. Zigzagueando por la ladera de la montaña avanzábamos en busca de la ruta. En el camino nos abandonó Guille, quien no se sentía bien del estómago y fue acompañado por Pauli, su cordada. Un homenaje para ella, pues muchas veces no es fácil decirle no a la cumbre ¡Qué viva el compañerismo y la amistad en el cerro!

El grupo de avanzada hizo un gran trabajo abriendo la ruta, cada cierto tramo nos reagrupábamos y seguíamos caminando. A medida que el día avanzaba, la ruta se hacía más pesada y la pendiente se sentía más complicada “¿falta mucho?” “¡qué cansancio!” “¡estoy cha’pico!” “voy bien, tranqui”, eran algunas de las expresiones que a ratos se escuchaban. El viento por su parte comenzó marcar presencia y la mayor parte del trayecto hacía el caminar más tedioso, aunque recuerdo que su fuerza nos ayudó a Xime y a mi a sortear la pendiente previa al filo final ¡el viento nos tomó por la espalda y de un soplo nos empujó hasta arriba!

Ya en el último filo, junto a Coni y Xime divisamos a parte del grupo en la cima, el entusiasmo cumbrero nos ayudó a acelerar el paso y prontamente nos reunimos con ellos. Una vez allí, contemplamos la solemne belleza de las alturas, suspiramos profundamente, tiramos la mochila, sonreímos y nos estrechamos en un cariñoso abrazo. Pronto se sumaron otros compañeros y compañeras. Múltiples abrazos cumbreros y las fotos de rigor cerraron el momento.

El descenso fue bajo un grato sol que anunciaba lo que más tarde sería la tónica: “nieve sopa”. De vuelta en el campamento base, de mano en mano desfilaban las raciones de marcha: duraznos en conserva, galletas, sándwiches y otras delicias que ya no recuerdo, se sumaban para la necesaria reposición de energías. También corrían las experiencias e impresiones relativas al ascenso.

Ya solo nos quedaba levantar nuestro equipo y emprender la última caminata del día. Una a una las carpas fueron desapareciendo y las cordadas nos alejábamos del lugar.

Después de sortear múltiples hundimientos en la nieve y resbalones, llegamos al lugar donde habíamos dejado los autos. Refrescarse y elongar fueron las acciones preferidas. Incluso algunos cambiaron sus pintas ¡ni se notaba que habían subido un cerro!
En San Gabriel pasamos a comer las ya clásicas empanadas y aprovechamos de realizar la también clásica evaluación de la salida. Se destacó el rol de Gabino, el trabajo de las cordadas y se enfatizó en la necesidad de propiciar espacios de formación para los “menos experimentados”.

Antes de emprender el viaje que nos llevaría a nuestros hogares, el señor que horneaba las empanadas nos contó lo que estaba sucediendo en el Cajón del Arenas producto de las obras de Alto Maipo. Nos invitó a que como montañistas nos organizáramos en pos del libre acceso al lugar, pues su restricción era una injusticia en diferentes niveles y afectaba a muchas personas. Creo que sus palabras son un buen cierre para este relato, pues nos invitan a pensar en las montañas más allá de la práctica deportiva y la contemplación, y en la profundidad de la frase “la libertad de las cimas”. A lo menos cuestionarnos nociones de propiedad privada, patrimonio natural, modelo de desarrollo, recursos naturales… pues, al igual que en práctica del montañismo, la ruta que escojamos sí tiene importancia.