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Ascensión invernal Cerro San Gabriel

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Relatos

Ascensión invernal Cerro San Gabriel

Descripción  Salida oficial Julio- RAMUCH 2015
Objetivo   Cerro San Gabriel
Fecha      25-26 Julio
Encargado      Dager Borbaran
Cordadas
Dager Borbaran/ Ariel Rusell/ Hans Eichhorns
Martina Monckeberg/ Ignacio Villagra
Bernardita Araya/ Edgardo Galaz/ Esperanza Ulloa/ Daniela Torrealba Ignacio Quiroz/ Sebastián Mondaca/ Willy Montenegro/ Diego González Nicolás Villar/ Francisco Osorio/ Alejandro Sánchez

El San Gabriel es, posiblemente, uno de los cerros más hermosos y llamativos -de media montaña- del Cajón del Maipo. Su gran atractivo está en que, a quien alcanza su cumbre, le espera un paisaje espectacular de todo el valle del Yeso, con incontables agujas y cerros en la lejanía, que sumado a la interesante y bella ascensión, no puede dejar de despertar el mayor de los apetitos por más y más cerros…

Relatora Daniela Torrealba

Pospuesta por mal clima, la salida deportiva de Julio al Cerro San Gabriel, finalmente se llevó a cabo el fin de semana del 25 y 26. A ella asistimos 16 rameros, de los cuales 7 somos “recién egresados” del Curso básico 2015. Y aprovechando que quedé a cargo del relato, no puedo dejar de mencionar que para muchos de nosotros como novatos de la montaña, esta salida fue muy especial, ya que significó la primera ascensión invernal. Algunos –y me incluyo- nunca habíamos estado en un lugar con taaaanta nieve!!! Acampar en ella, derretirla para tener agua. Fue una muy linda experiencia y ese es el sentimiento con que bajó el grupo. Nos tocó un fin de semana increíble y lo disfrutamos mucho, así que espero poder transmitirles un poco de eso.

El grupo se reunió el sábado 25 de julio a eso de las 11:30 am en el Retén de San Gabriel. Llegamos en 3 autos. El Piolo móvil, manejado por Willy Montenegro, hizo un recorrido por distintas comunas de la capital y se llevó a 8.

La Chancha, como le llama el Erik Orellana a su 4×4, se llevó a otros 4. En este punto me gustaría destacar la buena onda del compañero, que se paletio y se ofreció para ir a dejar y a buscar a los que no tenían transporte. Y si bien no pudo subir con nosotros por su rodilla, compartió nuestra alegría de cumbre y contribuyó para que fuera posible.

Por último, Dager se llevó en su auto a 3 más. El grupo estaba completo, así que dimos aviso de nuestros planes en el retén y continuamos con rumbo a los “rodados de San Gabriel”, donde podríamos dejar los autos e iniciar la marcha.

Avanzamos por la calle principal del pueblo y al cabo de unos kilómetros -el camino ya sin asfaltar- dimos con el punto de partida. Desde ahí se observaban claramente las huellas que nos llevarían hasta el plateau donde instalaríamos el campamento base. Estacionamos, descargamos los autos y armamos nuestras mochilas, nos despedimos de Erik y nos sacamos la foto de rigor antes de partir.

Dager nos indicó por dónde subiríamos. Teníamos radios, así que se coordinó con Ariel, quien iría a cargo de cerrar el grupo. El día estaba más bien nublado pero no hacía frío. A eso de las 12:30 estábamos listos para partir. Teníamos entre 2 y 3 horas hasta el CB, donde pensábamos almorzar.

El sendero comienza con una huella muy clara, sin embargo en la medida que se avanza, nuevas huellas aparecen. Lo bueno es que no se prestan para mayor confusión, ya que el punto al que se quiere llegar es bastante claro desde abajo y sabíamos por las referencias de la ruta, que cualquiera de las que tomáramos nos dejarían en el plateau de frente a la cara sur del San Gabriel, ruta por la cual subiríamos la madrugada del domingo.

Iniciamos la marcha y a poco andar nos corría la gota gorda. Empezó a hacer calorcito y la caminata ameritaba sacarse un par de pilchas, así que paramos, nos desabrigamos un poco, nos hidratamos y continuamos.

La aproximación al campamento base es muy linda, al comienzo hay mucha vegetación, la que en contraste con la montaña nevada se vuelve un tremendo espectáculo. De a poco la pendiente se vuelve más pronunciada, vamos ganando altura y la vegetación se hace menos tupida. Más o menos en la mitad del camino nos encontramos con nieve. Al principio manchones, luego la huella se fue haciendo cada vez más blanca hasta que en un momento ya las pisadas iban dibujando un pronunciado camino sobre el cerro. Hicimos un par de paradas para compartir raciones de marcha e hidratarnos, pero la idea era almorzar arriba. Íbamos bien, en buen estado físico, disfrutando del paisaje y del agradable día que nos tocó.

Una talla para compartir fue cuando en la subida nos encontramos con unas huellas no humanas, de patas grandes y que se marcaban perfecto en la nieve. No sabíamos de qué podían ser porque honestamente no parecían de perro. Alguien sugirió que podían ser de un puma y sembró la duda. Distintas fantasías surgieron al respecto, hasta que de pronto nos encontramos con los pumas… eran dos perros Boxer jajajaj.

El lugar donde estaban los perros-pumas era el comienzo del plateau. Avanzamos un poco y establecimos dónde se instalaría el campamento. Algunos llegaron a comer, otros armaron las carpas de inmediato. Hubo que palear la nieve y armar una pirca con ella.

Como llegamos a eso de las 15:30, teníamos aún bastante tiempo por delante. Luego de haber almorzado y armado el campamento, algunos comenzaron la tarea de derretir nieve para el día siguiente, mientras otros decidieron reposar el almuerzo. Afuera de las carpas el clima seguía impresionantemente agradable, así que con mi cordada –Berni, Edgar, Espe- nos dio por jugar con nieve. Ahí nació la Guillermina, a quien Hans declaró Patrona del Campamento base. La Guillermina en sus orígenes fue amorfa y asexuada, luego adquirió algunas curvas y pechugas. La llamamos así por el mascarón de proa que tenía Neruda en su casa de Isla Negra, que al igual que nuestra muñeca de nieve, también muestra las pechugas sin pudor jajaj. Sin embargo, nuestra Guillermina tuvo un trágico final. Al día siguiente de haberle dado vida, apareció decapitada. Algunos pensaron que podía ser un mal augurio para nuestro ataque de cumbre, sin embargo decidimos subir igual…ajajja.

Esa tarde, mientras jugábamos con la Guillermina, presenciamos una hermosa puesta de sol. Probablemente la mayoría de quienes lean este relato –y por eso lo comparto-han tenido la fortuna de estar en más de una en la montaña. Yo no sé si las mías han sido tantas, sólo sé que ninguna ha sido igual a la otra y creo que es uno de los momentos más bellos y que más disfruto. Es en momentos como ésos que me dan ganas de subir más y más, y siento que vale la pena pasar un poco de frío, no dormir de corrido o el esfuerzo físico. Todo eso y a veces más, con tal de estar ahí en ese momento. Me hace sentir infinitamente agradecida de los caminos que me han llevado a escogerlo.

De izquierda a derecha: Berni, Edgard, Espe, Dager, Dani, Guillermina y Hans. Foto tomada por Willy M.

encontrar gente que comparte la emoción y la alegría de una puesta de sol en ese lugar. Es el aquí y el ahora, es conectarse con la energía del sol, la tierra. Es sentirse abrazado por las montañas y prescindir de todo aquello que al menos ahí, no necesitamos.

Cuando atardeció la mayoría de las cordadas comenzó a preparar la cena, comimos y tipo 8 nos reunimos, convocados por Dager, para conocer el itinerario del ataque de cumbre para la madrugada del domingo. El plan era partir a las 04:00 con la idea de hacer cumbre a las 09:00, lo que nos daría tiempo suficiente para bajar sin apuro, levantar el campamento base y llegar temprano a los autos. Idealmente pasar por una empanadita y no llegar tan tarde a Santiago.

Logramos salir puntuales en la madrugada. Todos contábamos con el equipo y las ganas de ojalá llegar a la cumbre esa mañana. Habíamos observado la ruta el día anterior y constatamos que el desnivel que hay entre el CB y el portezuelo que conecta con el filo sureste, nos pondría un poco más dura la tarea considerando la profundidad de la nieve.

Increíble y afortunadamente no hacía nada de frío esa madrugada. Comenzamos la marcha y nuestras frontales formaron una hilera de luces que ascendía progresivamente iluminando la nieve.

Íbamos a buen ritmo, muy animados y avanzábamos más bien de manera compacta. Luego de aproximadamente 2- 2,5 horas de marcha, llegamos al portezuelo y ahí decidimos parar un rato más largo para esperar al grupo que venía un poco más atrás cerrando. Nos hidratamos y comimos. Si bien seguíamos con nuestras frontales encendidas, paulatinamente comenzó a aclarar. En el portezuelo nos encontramos con la única luz que veíamos subiendo más adelante que nosotros. Se trataba de un compañero de otro club que iba solo abriendo la ruta. Había salido a las 2am y a esas alturas se veía bastante cansado. 3 pasos por 1 era el ritmo que llevaba. Gracias a él, gran parte del trayecto fue mucho más rápido y expedito para nuestro grupo. Luego del descanso, a eso de las 7, retomamos la marcha y avanzamos hacia el filo. Íbamos concentrados, ya que en algunos tramos era bastante angosto. Eran cerca de las 8 cuando llegamos al final del filo. Desde ese punto -y ya con luz- se apreciaba claramente el torreón y tras él se ocultaba la cumbre.

Cuentan los rameros que iban abriendo, que al llegar a este punto, el compañero del otro club insistía que el lugar en que estábamos se trataba de la cumbre. Si mal no recuerdo, en ese momento el Nico Villar, que iba adelante con su cordada y Dager, indicó el traverse que tendríamos que hacer en dirección norte para encontrarnos con la canaleta por la cual debíamos seguir subiendo.

El traverse no fue nada sencillo, ya que la nieve en algunas partes llegaba hasta las rodillas por lo que íbamos más bien a paso lento. Cuando llegamos al punto de inicio del traverse, tuve la impresión que dentro de muy poco estaríamos en la cumbre. Sin embargo me equivocaba, aún quedaba bastante. Una vez en la canaleta, subieron los primeros 5 del grupo sin problemas, pero luego se fue haciendo más difícil para los que seguían. La nieve en esa parte estaba muy blanda y en cada intento nos enterrábamos un poco más sin lograr avanzar. Eso sumado a la pendiente, nos hacía más difícil el ascenso. Varios lo intentaron con distintas técnicas y por distintos lados de la canaleta, sin éxito. Fue ahí cuando Ariel y Dager, que iban adelante, decidieron armar un pasamano con una cuerda fija. La instalaron y pasó el resto del grupo.

Una vez que sorteamos esa pasada, quedaba muy poco. Seguimos avanzando en dirección norte hasta que llegamos a la cumbre. Ésta era más bien pequeña pero todos nos acomodamos para disfrutar del hermoso paisaje que desde ahí teníamos. Frente a nuestros ojos el cordón de montañas que rodean el Valle del Yeso. Llegamos a eso de las 10:30. Nos tardamos 1 hora y media más de lo que presupuestábamos pero para nuestra fortuna en la cumbre no había viento, así que pudimos permanecer en ella cerca de media hora. En ese rato aprovechamos de comer algo e hidratarnos, nos sacamos la foto cumbrera y nos dispusimos a bajar.

La bajada fue uno de los momentos más entretenidos, al menos para mí. Antes de bajar pensamos que por el estado de la nieve, no sería tan rápido. Sin embargo en algunas de las laderas por las que íbamos descendiendo, la pendiente invitaba a simplemente deslizarse. En un inicio, algunos bastante temerosos y observando los potenciales peligros, nos tiramos por primera vez. Aparte de ahorrarnos un trecho considerable del camino, fue la diversión total. La Martina bautizó este estilo como “el potogán” y así fue como entre las 11:00 y la 13:00- 13:30, ya estábamos todos de vuelta en el CB.

Con mi cordada llegamos a comer y hasta dormimos un ratito. El plan era ir bajando a los autos a las 15:00. Esta vez nos atrasamos un poco pero a las 15:15 ya estábamos listos. Entre las 16:30 y las 17:00 ya todos estábamos en los autos.

El sentimiento era generalizado, había sido un gran fin de semana. Tuvimos muchas cosas a nuestro favor y lo que más rescato es el grupo humano. Compartimos risas, historias y conocimientos. Nos cuidamos y logramos el objetivo del grupo: pasarlo bien, alcanzar la cumbre y llegar todos abajo sin novedades.

El Erik llegó pasadito las 17:00. Nos subimos a los autos y nos fuimos en busca de empanadas. Queríamos pasar a una muy buenas que hay en San Alfonso pero estaba cerrado, así que terminamos comiendo unas en El Manzano que estaban bastante buenas. Aprovechamos de hacer la evaluación y con eso dimos por finalizada la salida.