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Cerro La Paloma

CERRO LA PALOMA

8,9 y 10 de DICIEMBRE DE 2017

Relato y Fotos: Gastón Fuentes Soto

Aproximación.

Éramos 16 rameros y rameras, que habíamos acordado juntarnos a las 8 en Cantagallo para partir juntos hacia el Parque Yerba Loca, sin embargo, por algún desfase horario (algo así como un atraso), salimos con ciertos minutos de diferencia respecto a la Van que llevaría a nuestros compañeros y compañeras. Lo cierto es que aproximadamente a las 11 am, luego de haber repartido las radios para mantener la comunicación entre el grupo, comenzamos la marcha bajo el fuerte sol de diciembre, morigerado a ratos por las brisas frescas que ascendían a mediodía día a lo largo del gran cajón de Yerba Loca.

Nos esperaban unas siete horas de marcha por un sendero que en sus casi 17 kilómetros, gana altitud lenta y gradualmente (sólo el escalón final rompe esta tendencia) hasta Piedra Carvajal. La marcha transcurrió por la derecha del Estero de Los Sulfatos, atravesando otros más pequeños que permitían abastecerse de agua. De telón de fondo, el Cerro Altar (aunque mayormente, el Falso Altar). Descansamos en un sector llamado los Hornitos – una hermosa vega al costado del estero – y posteriormente en La Lata, donde nos reunimos todas las cordadas. Estuvimos un buen rato ahí. Ahora nos quedaba llegar a Las Cascadas, que se descolgaban maravillosamente y en gran tamaño desde las rocas superiores. El entorno había cambiado bastante. La vegetación era mínima y el paisaje lo gobernaban las paredes escarpadas de las montañas adyacentes. Luego de cruzar el estero por las rocas, nos montamos en el escalón final para llegar a las morrenas que nos darían una inmediata vista de Piedra Carvajal.

Había bastantes carpas, pues varios grupos aprovechaban este fin de semana largo para intentar ascender la montaña. El campamento – a 3.200 m – se ubicaba el costado de una hermosa Vega que al otro lado tiene la enorme roca que le da el nombre al sector. Nos instalamos a eso de las 6 pm. Por la altura de los cordones cercanos, el sol pronto se escondería tras ellos y haría descender la temperatura. Aprovechamos de ir a buscar agua al otro lado del estero (el cual hay que saltar con bastante energía). Desde allí fue posible vislumbrar La Paloma, que junto con su enorme glaciar, se cubrían de la luz amarilla del atardecer. Me quede observándola un rato, mentalizándome – como seguramente también lo hacía mis compañeros y compañeras de la rama – para una larga y dura jornada al día siguiente.

De vuelta en las carpas, analizamos la ruta (de la cuál teníamos muy buena visión desde el lugar en que estábamos) y llenamos prudentemente nuestros estómagos. A las 8:30 o 9 pm probablemente ya estábamos todos intentando dormir, pues habíamos acordado empezar nuestra jornada a las 3:30 am.

Ascenso y Regreso.

A las 2:30 empezaron los movimientos en las carpas. Como me pareció no ver luces en todas, preferí cerciorarme de que estemos en actividad para cumplir con la hora. En eso me acerco a la carpa de Pablo y Espe, quienes me responden con preocupación que se habían despertado en ese momento, cuando les hablé. Quedaban sólo 20 minutos para salir. Decidieron empezar más tarde para no atrasar al grupo e intentar alcanzarnos en algún sector del cerro. Igual les plantié que los que estábamos listos podíamos ayudarles por último a preparar desayuno mientras arreglaba sus mochilas, pero comprendí que no les parecía correcta esa ayuda y que querían hacerse responsables de la situación en que estaban. Debo confesar que al ponerme en sus pantalones, me imagino la culpa que pudieron haber sentido, considerando que son seres que han hecho harto por la rama.

A las 3:40 am partimos en una bella y silenciosa fila de luces por el costado del estero en dirección hacia la base de los acarreos que deberíamos subir antes de montarnos en el Glaciar del Rincón. Encontramos la zona para cruzarlo, lo que hicimos uno a uno y con cuidado, debido a que las rocas estaban cubiertas de una capa hielo. Luego continuamos por las morrenas a través de una intuitiva ruta, que, con los minutos dejaba ver la silueta del Glaciar la Paloma descolgándose entre las rocas. Apagar las luces a veces daba un mejor panorama de nuestro entorno.

Nos reunimos y comenzamos a subir el acarreo, el cual en algunas partes se encontraba un tanto erosionado. Pasada la primera cuesta, empezaba a aclarar y aparecían los primeros neveros, que hacían necesario ponerse los crampones. Subimos la siguiente morrena, luego traverseamos un nevero y nos montamos en la que nos daría vista directa hacia el Glaciar del Rincón. Desde aquí el grupo se empezó a separar, asumo que principalmente por los ritmos de ese momento, o quizás las distintas aclimataciones previas, pero siempre manteniendo contacto tanto con el campamento como con el otro grupo a través de las radios.

La entrada al glaciar fue muy hermosa. Se veía pétreo, inerte, inmóvil, con suaves montículos de hielo en su superficie. Más adelante la situación cambiaba: se abría una gran extensión de penitentes que debíamos superar para salir del glaciar. No eran tan grandes, pero estaban durísimos y sin duda la quitaban fluidez a la marcha. Esto se veía compensado por la belleza de esas estructuras, tan particulares y simétricas a simple vista. Descansamos en un sector de hielo con rocas, donde nos hidratamos y comimos. En un momento sentimos un poderoso ruido de hielo bajo nuestros pies. Fue un buen recordatorio de andar siempre atento, que ese cuerpo que parecía inmóvil, en verdad está en constante movimiento. La sombra que nos acompañó en todo lo recorrido después del alba, daba paso a la potente luz del sol.

Ahora quedaba recorrer la parte superior del glaciar. Nos dimos cuenta que la salida evidente que estaba arriba, sería muy lenta con los penitentes, por lo que nos planteamos entre el grupo que íbamos adelante, rodearlos por el suelto acarreo del costado. ¡Y sí que estaba suelto! la piedra deslizaba por el hecho de encontrarse sobre el hielo. En un punto vimos una grieta, primero vertical pero que luego se introducía como una cueva en la montaña. Obviamente, subimos de forma de no quedar directamente sobre ella ante una eventual caída (aunque creo que un momento quedé exactamente en su dirección). Arriba había una especia de tapón de rocas.  Ariel decidió bordearlas cuidadosamente  por el acarreo. Por mi parte, vi que ese tapón tenía un verdadero pasillo que con unos gateos me dejaría sobre dicho tapón. Tenía un poco de hielo y había rocas malas, pero con cuidado se salía de él. Por ahí trepé. Seguimos después caminando y bordeando los penitentes y el acarreo, hasta llegar a una morrena en que la vista se abría hacia la antecumbre. Aquí descansamos un buen rato. Se sentían los 4600 metros. Quedaba un largo andar antes de montarnos al filo.

Esperamos a nuestros compañeros, indicándoles la opción del gateo y la opción del borde, misma información que transmitimos por radio al otro grupo que se encontraba en la mitad del glaciar. Nico siguió el gateo, y los demás, Rodrigo, Pablo Corada, Nico y Mati optaron por el borde. Paso a paso y con cautela sortearon esa parte.

Nuestro ritmo ya había menguado bastante. Ahora quedaba ir concentrado en los pasos, en no acelerarse más de lo debido. Eran las 11 am y aun teníamos 2 horas para llegar.

Continuamos la marcha subiendo loma tras loma de acarreo. Nuestras paradas eran más frecuentes y desde ahora parecía que primaba el hecho de ponerle harta cabeza a los que nos quedaba. Hubo ciertos momentos inyectantes. Me imagino que cada uno de nosotros los tuvo. Personalmente, se produjo cuando hacia el noreste apareció el Aconcagua. Además, el sólo hecho de imaginar la belleza del paisaje visto desde la cumbre, con todas las grandes moles en el horizonte, obligaba al cuerpo a moverse.

Llegamos al filo y la cumbre parecía cercana. De viento, sólo una brisa fresca ante ese intenso sol. Nos detuvimos con Ariel para ponernos los crampones, en el punto en que alcanzamos a otra cordada quizás de algún otro club y que habían dormido en el plateau cercano al glaciar. Al igual que nosotros, se veían cansados pero animosos. Seguimos nuestro camino nuevamente por penitentes, los cuales, a pesar de hacer la marcha lenta y agotadora, la tornaba más segura en términos de que una caída sería detenida inmediatamente.

Últimos pasos y… ¿Será la cumbre? El filo parecía seguir hacia otro punto alto a unos 100 metros de distancia, no sin antes bajar unos 40 metros. Con Ariel lo conversamos. Eran las 1:10 pm. Seguimos. Al llegar nos da la impresión que donde estuvimos era más alto. Nos quedamos un par de minutos, descansando. Esos 100 metros fueron particularmente duros. Muy pronto, aparecen Pablo Díaz, Pablo Corada, Nico y Mati en el lugar donde estuvimos con Ariel. Nos pegan un fuerte grito. El GPS de la otra cordada indicaba que esa era la cumbre. Nos devolvimos lo más rápido que pudimos (o sea muy lentamente, digamos que sumado a la altitud, es un tanto tortuoso haber pasado de largo) y allí nos abrazamos los seis. ¡RAMUCH había llegado a la Paloma! Esa hermosa montaña blanca de 4.910 visible incluso desde la ciudad. La vista que se abría ante nuestros ojos era espectacular. Cerca veíamos el Altar, el Plomo, Leonera; y a lo lejos, del Aconcagua al Risopatrón. Veíamos los grandes glaciares que cubren la zona del Olivares. Veíamos la Mina que tan de cerca los amenaza. Avisamos por radio al otro grupo que estábamos en la cumbre, instante en el cual se nos fue la batería.

Siendo un poco más de las 2 pm, era el momento de empezar a bajar. No tardamos  mucho en llegar a la antecumbre (habiéndonos juntado con Rodrigo, quién decidió esperarnos unos metros antes de la cumbre) y descender por eso acarreos  hasta  la entrada del Glaciar del Rincón. Esta vez, decidimos optar por abordarlo directamente por los penitentes, que a esa altura del día estaban más blandos, pero también más profundos. Con mucha paciencia y mentalizados en que tardaríamos en salir de ellos, nos fuimos abriendo camino. Sus formas eran bellas y su profundidad fácilmente alcanzaba el metro.

Escuchábamos las rocas desprendiéndose desde las partes superiores de los cerros, y el agua fluyendo cada vez con mayor intensidad. Al sortear los penitentes la parte del glaciar que en la mañana parecía pétrea e inmóvil, ahora parecía tener vida propia. El sol había cambiado su textura y múltiples flujos de agua escurrían sobre su superficie y bajo ella, en un intrincado laberinto que inexorablemente reunía el agua al final del glaciar, finalmente transitaba bajo un nevero y reaparecía con fuerza en el plateau.

Ya fuera del glaciar, nos juntamos con Cata, Gonzalo y Christian, lo que fue un alivio pues pudimos comunicarnos con el campamento y avisar que todo iba bien. Los neveros ya no ameritaban crampones y el estado de la nieve permitía bajar rápidamente. Una vez en el acarreo final, el Glaciar la Paloma, antes tenue, aparecía vívidamente ante nuestros ojos, depositando un enorme flujo de agua hacia el valle y de vez en cuando, arrojando rocas hacia la parte inferior.

Seguimos recorriendo las morrenas hasta el estero, que, siendo las 7:30 pm, y luego de todo un día de sol, venía bastante crecido. Pablo encontró el preciso y muy probablemente único lugar donde era posible llegar a la otra orilla. Todos cruzamos sin percance y continuamos al campamento, al que llegamos pasadas las 8 pm. Allí nos abrazamos con quienes nos esperaban. ¡Si hasta comida lista hubo en algunos casos!. El resto de lo poco de día que quedaba fue seguir comiendo, y cuando ya oscureció, mirar las estrellas.

Al día siguiente, a las 9 am y mientras desayunamos, hicimos la evaluación de la salida. Básicamente se rescató el hecho de haberse cumplido el objetivo principal, que es llegar la cumbre de la montaña, y volver bien el campamento. También el hecho de que si bien nos separamos en dos grupos, estos iban bien compactos entre sí. Como punto en contra fue que no hubo suficiente fluidez con las radios, y que una de ellas se nos descargó.

Después, como había ciertos compromisos personales de algunos compañeros, nos despedimos de los demás y partimos rumbo a los autos mirando hacia atrás constantemente, observando el cerro con otros ojos y felices de lo logrado. O más que de lo logrado, de lo vivido. ¡A preparar las siguientes aventuras!.

Cordadas: Espe / Pablo Azúa

                    Pablo Díaz / Mati

                    Nico / Pablo Corada / Isma

                    Gonzalo / Christian

                    Mane / Max

                    Cata / Magda

                    Rodrigo / Ariel / Gastón

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Provincia

Descripción: Salida Deportiva Mayo

Objetivo: Cumbre Cerro Provincia, Altitud: 2748 m IGM.

Fecha: 27 y 28 de Mayo, 2017.-

Escrito por Susana Ramírez Henríquez.

En primera instancia nuestro destino era el Cerro San Simón, con sus casi 3500 msnm de altitud, pero por razones de seguridad, debido a la inestabilidad climática tuvimos que optar por una segunda alternativa, el Cerro Provincia.

Sin duda, el Cerro Provincia es uno de los más visitados, puesto que, desde este lugar se puede apreciar la Cordillera de los Andes Central y la contaminada pero hermosa ciudad de Santiago.

Nuestro punto de encuentro fue en la entrada del Puente Ñilhue a eso de las 08.30 A.M. Un día radiante, el Sol parecía brillar más de lo común, creo que era por el entusiasmo que tenían nuestros corazones a tal desafío. El grupo estaba compuesto de 5 cordadas: Arturo y Francisco; Daniela y Valentina; Christian, Gonzalo y Juan; Nacho y Carolina; y finalmente Christopher y Yo.

Nuestro plan era comenzar por el Puente Ñilhue y luego bajar por San Carlos de Apoquindo al día siguiente. La idea era llegar a la cumbre en 6 a 7 horas a lo mucho.

Partimos nuestra travesía más tarde de lo acordado, si mal no recuerdo a eso de las 9.45. Tomamos la ladera norte del cerro, aquella que comienza con un paso de rocas y pasamanos de cadenas (el primer atisbo de lo rudo que sería el sendero). Caminamos en pendiente 1,9 km aproximadamente (ufff), hasta llegar al canal de regadío, nuestro primer descanso en donde era necesario comer y beber algo… además de aplicar el tan importante protector solar, que género muchas risas al ver el inolvidable cambio de Arturo y Christian.

Continuamos nuestro caminar entre Quiscos, el Michay y los Quillayes, y de cuando en vez, bajo la compañía del Emperador de los Andes, hasta llegar a Altos del Naranjo, donde nos esperaba el cobijo de un Quillay que corona majestuosamente el lugar. Aquí almorzamos, conversamos y admiramos durante un rato el entorno, ya que nuestro siguiente y último destino sería la Cumbre del Cerro Provincia.

El trayecto fue un tanto complejo, si bien nos esperábamos nieve y barro, no dimensionamos lo pesado que se nos haría, pero, ¡lo logramos!, entre abrazos “FELIZ CUMBRE” el sol se despedía entre azulinos- anaranjados.

Armamos el campamento lo más rápido posible antes de quedar congelados sobre el manto indemne y blanco. Algunos cenaron dentro de las carpas, otros compartieron cocinillas y abrigo para ayudar a reponerse del frío a los menos experimentados (gracias Arturo y Pancho), y el más valiente (Pancho, abrigado como hijo único) capto en su máximo esplendor aquella noche estrellada en la Cima del Provincia.

Al día siguiente nos levantamos temprano y hacer nuestro retorno a la civilización, disfrutamos de tan hermosa y salvaje vista de la cordillera de los Andes, identificando sus cumbres, riéndonos de carpas volteadas y más. Bajamos a eso de las 10.30, a paso lento pero seguro, por la ruta de San Carlos de Apoquindo, y con una nueva historia para atesorar en nuestras memorias.

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Marmolejo

Altitud: 6.108m

Ubicación: Estero Marmolejo, Región Metropolitana.

Fecha: 10 al 15 de enero, 2017.

Integrantes: Esperanza Ulloa, Valentina Moreno, Leonardo Navarro, Gabino Reginato, Pablo Azúa, Joaquín Riquelme, Ximena Noriega, Stephano Novani, Martina Monckeberg e Ignacio Villagra.

Escrito por Ignacio Villagra Doll

El Cerro Marmolejo se asomaba para muchos como un gran desafío para terminar el 2016. Finalmente, después de la aclimatación correspondiente, reuniones varias y pasar el año nuevo porteando y admirando este magnífico cerro, fuimos diez los valientes que quisimos enfrentar el seis mil metros más austral del mundo.

El punto de encuentro fue el martes 10 en el Líder de Macul. Puntualidad relativa; para muchos fue complicado escaparse más temprano del trabajo un día laboral. Igual, no importaba mucho, ya que la idea de juntarse un martes a las nueve tenía que ver con hacer más productiva la jornada del día siguiente, donde la cosa empezaba realmente.

Salimos tipo diez y media en dos autos rumbo al Cajón del Maipo. Uno de los tantos “gabinomóvil”, cargado hasta reventar, y el aperrado auto del Joaquín fueron los encargados de transportar a los diez guerreros. A las una y media ya estábamos armando carpas al costado del río Yeso, protegidos por los vehículos. Nos esperaba una dura caminata al día siguiente, había que descansar.

El acuerdo era empezar a caminar a las ocho de la mañana. Sin embargo, nuevamente la impuntualidad nos jugó una mala pasada. Ordenamos nuestras cosas, revisamos equipos y un poco de bloqueador por aquí y por allá. A las nueve, nueve y media, ya estábamos dispuestos a enfrentar la dura jornada que se avecinaba, mochila puesta y todo. Media hora después, todos a “pata pelá” cruzando el estero del Plomo.

El grupo completo estaba preparado mentalmente para una excursión de varias horas por el cajón del estero Salinillas. Lo que cuesta asimilar es el peso de las mochilas. Comida para cinco días y equipo técnico para enfrentar el día de cumbre hacían lenta pero segura nuestra marcha. Ya la conocíamos. Después de equivocarnos todo lo que quisimos para año nuevo, esta primera jornada fue más que todo física, ardua.

El día fue transcurriendo entre bonitos paisajes y mucho calor, por sobre todo. Mucha vegetación coloreaba nuestro paso, mientras que a ratos una que otra vaca se cruzaba en nuestro camino.

Cada uno asimilaba el peso como podía. Entre todos nos dábamos ánimos, ya que sabíamos que era una dura jornada. Después de unas cuantas horas caminando, nos detuvimos a almorzar un poco antes de nuestro ex campamento base, actualmente totalmente destruido por las aguas que corren cerro abajo.

El respetado Paso del Pulgar se asomaba amenazante en el horizonte. Cada uno a su ritmo, fuimos superando este duro acarreo. Sin dudas el mayor desafío del día. Como recompensa, el Marmolejo se volvía a mostrar ante nuestros ojos, completamente majestuoso.

Extenuados, seguimos nuestro camino por la ladera este del cordón recién subido, sabiendo que quedaba poco para nuestro campamento base. Luego de una hora aproximadamente, llegamos a nuestro campamento base. Explanada al centro del valle, perfecto para armar cinco carpas.

El ánimo había aumentado. Sabíamos que estábamos más cerca de la cumbre y habíamos terminado exitosamente el primer día. Después de cenar, todos a dormir. El segundo día prometía tanto como el primero.

Temprano por la mañana, ya estábamos todos en pie desayunando. Desarmamos la carpas e hicimos un pequeño depósito entre las rocas, dejando ropa y comida. Ya había consciencia grupal de que el excesivo peso en la mochilas podía ser un retraso a nuestra marcha.

Nuestro segundo día de caminata fue mucho menos arduo, pero retador de todas formas. Después de unas horas, llegamos al primer campamento, a 4300m. Solo fue una parada para comer algo e hidratarnos, ya que debíamos seguir caminando hasta el segundo campamento. Algunos sacaban provisiones que habían porteado, sabiamente, en año nuevo.

Entre el peso y la altura, parecíamos astronautas en el espacio. “Lento pero seguro”, parecía ser nuestro lema. A paso constante entre penitentes y rocas transcurrió nuestro día. Mirábamos de reojo a la cumbre, como para cerciorarnos que aún seguía ahí.

Casi sin darnos cuenta llegamos hasta el segundo campamento. Para muchos, ya era un éxito acampar a los 4900m. Si hasta yoga hicimos. No fuimos los únicos que pensamos que el Marmolejo iba a ser un gran desafío. La pequeña civilización que nos esperaba en el campamento estaba poblada por un grupo de la Federación de Andinismo (FEACH) y otros cuatro montañistas, algunos extranjeros. Nos tuvimos que instalar en las periferias, fiel a nuestro estilo.

Estábamos ansiosos. En la madrugada íbamos a intentar el ataque de cumbre. Algunos ordenamos nuestras mochilas, otros comían, los menos ya estaban descansando en sus carpas.

4 de la mañana. Hora de salir. Entre la arreglada de crampones, la puesta de arnés y uno que otro contratiempo, comenzamos a caminar recién a las cuatro y media. A las 4:45 estábamos a las orillas del imponente glaciar, listo para recibirnos. Si, lamentablemente la impuntualidad es algo que nos caracteriza.

Enfrentamos el glaciar con buen ritmo. A lo lejos, veíamos las linternas del grupo de la FEACH, juntos y encordados. Con cuidado de no tropezar con los penitentes, seguimos constante nuestra marcha. Había buen ánimo general en el grupo.

Fuimos llegando de a poco al segundo campamento alternativo. La primera parada. Casi de las últimas, venía Valentina, quién ya no podía más. Dolor de cabeza y cansancio, síntomas característicos de la puna, le impidieron continuar. Su cordada, Esperanza, insistió en bajar con ella ¡Lo que no tenemos de puntuales lo superamos en compañerismo! Como si fuera poco, Pablo, líder de expedición, decidió no arriesgarse y bajar con ellas.

Durante la evaluación de la salida de porteo al Cerro Marmolejo alguien por ahí dijo que el líder de expedición tenía que reunir varias características, además de ser un buen montañista. Pablo demostró con creces ser un excelente líder de expedición. Preocupado por todos durante las jornadas de caminata. “¿Cómo te sientes?”, preguntaba. “Acá hay agua para que saquen”, nos decía. “Voy a mirar como está el camino allá”, avisaba. Más encima, bajando preocupado por dos compañeras que no pudieron continuar hasta la cima. Tremendo.

Siete continuamos hasta la cumbre. Ya amaneciendo, nos enfilamos glaciar arriba. Nos esperaba un hielo eterno, por lo que no convenía mirar hacia arriba, por bienestar mental. En una de esas, Leonardo decide bajar. “Ya me he sentido así y prefiero bajar”, dijo. Joaquín y Martina, quienes iban a paso lento, lo acompañan en su descenso, conscientes de que quedaba mucho y no querían retrasar a los que iban más adelante.

“Espérame que voy solo”, le aviso a Gabino por radio, quién ya había dejado atrás el glaciar, a los 5500m, junto con Ximena y Stephano. Nos juntamos los cuatro restantes para seguir avanzando por un largo acarreo de arena volcánica, junto con los montañistas extranjeros antes mencionados.

Mientras que Gabino y Stephano alcanzaron al grupo de la FEACH, yo y Ximena avanzamos a pura garra y corazón. Casi como si fuera cámara lenta, avanzamos a paso de caracol, pero seguros de estar cada vez más cerca de la cumbre.

Zigzagueando por una pendiente, avanzábamos con el Volcán San José a nuestras espaldas. Un poco de té y seguía la marcha. “Levanta la mano Gabino”, le digo por radio al ver una chaqueta roja a lo lejos. Mientras, en el campamento, el grupo expectante escuchaba y preguntaba cómo íbamos por la radio.

Dale que queda poco”, me grita Diego, uno de los integrantes de la expedición FEACH, mientras me abrazaba. “¡Dale Xime!”, grito hacia abajo, en una última carga de energía. Quedaban pocos metros para la cumbre.

Después de un tramo rocoso en el final, llegamos hasta donde estaban esperando Gabino y Stephano. Los cuatro juntos, nos dirigimos hasta la cumbre a eso de las 12, 12:30. Orgullosos, nos sacamos la foto de rigor, inmortalizando el esfuerzo de todos. Debido al viento congelado que corría en la cumbre, bajamos casi de inmediato.

La bajada la hicimos rápido, admirando todo lo que habíamos recorrido. Al llegar al campamento, todos nos felicitaban. Exhaustos, tuvimos energías solo para quedarnos sentados fuera de nuestras carpas un buen rato. Comimos y relatamos nuestra experiencia ahí sentados, incapaces de movernos más.

Al día siguiente, la jornada prometía bajar unos cuantos metros. Decidimos que la idea de quedarnos en nuestro campamento base estaba descartada, por lo que optamos por dormir en el campamento base original, casi por nostalgia.

Recogimos las cosas que habíamos dejado en el campamento base, escondidas entre las rocas. Momento perfecto para tomar un buen mate, dijimos entre todos. Casi teníamos ganas de quedarnos ahí. Mientras unos se hacían masajes, otros armaban torres con las piedras. Cada quién se relaja como puede. Hasta clase de geología hubo entre medio.

Esa noche cenamos todos juntos, ya mucho más relajados por lo que había sido la expedición. La comida comunitaria fue abundante, muchos con la negativa rotunda de bajar provisiones a Santiago, debido al esfuerzo que les había significado subirla a la montaña.

La noche, el clima y las estrellas invitaban a un buen vivac. Todos estábamos más relajados. En la mañana, desayunamos tranquilamente, como quién no se quiere ir todavía. Comenzamos a bajar cerca de las 12, para llegar a a los autos durante la tarde. La expedición había llegado a su fin.

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Cerro Gloria

8, 9 y 10 de Octubre del 2016. Altitud 4479 m. IGM

Dager Borvarán y Tamara Rivera (encargados de salida)

Gastón Fuentes y Alonso Fernández

Diana Cid y Magdalena Gómez

Gabriela Anríquez y Stephano Novani

Maximiliano García y Andrés Retamal

Kevin Lee, Orlando Solís y Valentina Araneda

Elizabeth Mejías y Nicolás Villar

Martina Monckeberg e Ignacio Villagra

Arturo Alvéstegui y Ariel Alvéstegui

La salida de Octubre de la rama fue planificada hacia el Cerro Gloria, el cual queda  en la quinta Región, por el camino que va hacia el paso los Libertadores. Desde las semanas anteriores se estuvo planificando esta expedición a cargo del Dager y la Tamara. Esta fue la primera salida preparatoria para el objetivo de ir al Marmolejo a final de año.

En los entrenamientos, el Mati fue comentando que sería una salida exigente, pues el año 2012 había subido un grupo de la Rama y se hablaba de una jornada larga, de unas trece horas para llegar a la cumbre.

Bueno, llegó el sábado 8 de octubre, primer día del fin de semana largo, y nos juntamos, como de costumbre, con una puntualidad relativa a las 7:45 en Plaza Italia para comenzar esta aventura. El Stephano y la Diana se habían ofrecido como encargados de transporte, y coordinaron excelentemente los 4 autos en que partimos rumbo a Los Andes una mañana un poco nublada.

Tras un par de horas nos encontramos en el Puente el Peñón, entre el segundo y el tercer túnel luego del peaje. La descripción de la ruta que habíamos visto decía que era un poco antes, pero todos asumimos la idea que sería más allá y nos fuimos reuniendo junto al estero, mientras uno de los autos fue a dar aviso al retén del paso fronterizo.

La entrada hasta donde dejamos los autos no era tan fácil, sobre todo para los autos más bajos, que hicieron todo un rally para llegar al inicio del sendero. El esfuerzo valió la pena porque avanzamos unos 300 mt. de desnivel y varios kilómetros de un camino sinuoso de tierra hasta el fin del camino de autos, justo a un costado de algo que parecía una central hidroeléctrica a medio terminar.

Alistamos nuestras mochilas, hicimos una suerte de segundo desayuno y nos dispusimos a partir para cuando llegaran los chicos que habían ido a dar aviso. Hubo un momento de duda si acaso lograrían llegar arriba, así que fue una buena sorpresa verlos venir por la subida pedregosa.

Entre una cosa y otra empezamos a caminar como a las 12 y media, por un sendero bien marcado, justo cruzando un brazo del estero, por un planchón pequeño de nieve.  A la bajada nos percatamos que tenía solo unos pocos centímetros de espesor, pero como dice el dicho: el que nada sabe, nada teme. Continuamos por la ruta, a ratos clara y a ratos difusa por las huellas de animales. A nuestros pies se veían pasar múltiples tipos de flores y plantitas. Huilles, cilantro cordillerano y algunos bulbos daban color y un aroma agradable al mediodía.  De fondo empezábamos a ver un costado del cerro Gloria, caminando siempre al lado oeste del agua, hasta que nos aproximamos a las cascadas que caían al fondo del pequeño valle.

Ahí encontramos un lugar para cruzar, con un pequeño salto, y empezamos a buscar cuál sería la quebrada para empezar a ascender al primer portezuelo. El primer intento resultó no ser el correcto, porque la ruta terminaba de manera abrupta unos metros más allá. Esto nos dio una pausa para almorzar, mientras la Tami y el Nico fueron a la segunda cuesta, que resultó ser la indicada.

El camino subía de forma zigzagueante hasta llegar a una pequeña planicie por sobre las cascadas, por ahí continuamos por una huella más pequeña, pero indicada por algunos monolitos de piedra. Algunos manchones de nieve empezaron a aparecer a los lados, pero la temperatura estaba cálida y la nieve blanda, por lo que no necesitábamos crampones el día de hoy. Ascendiendo por la nieve vimos ya el cerro Gloria en todo su esplendo, se veía un gran macizo de roca y nieve, con algunas cascadas de hielo en su pared sur.

Ahí también pudimos observar el lugar donde haríamos el primer campamento base: era un lugar bastante llano, con espacio para todas las carpas y a resguardo de las caídas de piedras que sonaban junto al paso de los aviones cada cierto tiempo. Llegamos temprano, como a las 4 de la tarde y nos instalamos con calma, se decidió hacer un círculo con las carpas para que hacer más ambiente de grupo. Fue una armada relajada, no teníamos apuro con la hora e incluso había una pequeña vega de donde poder sacar agua fresca. Estuvimos solos en el lugar hasta que del fondo vimos llegar a dos montañistas que hicieron campamento un poco más arriba. Al día siguiente supimos que los vecinos iban rumbo a la cumbre hermana, el Glorieta.

Los encargados nos reunieron a todos para planificar la partida al día siguiente. La hora de salida se fijó a las 3 de la mañana, para alcanzar holgadamente a la cumbre antes de las 12 y de vuelta al CB con luz.

Dia 2

El segundo comenzó de manera especial, pues la mayoría de las cordadas habían fijado su despertador a las 2 de la mañana, para estar holgados y salir a las 3 de forma conjunta. Lo que pasó ese día fue inexplicable, por alguna razón el reloj de dos personas se reajustó y sonó a la una de la mañana, una hora antes que fuera necesario. Quienes habían despertado se vieron sorprendidos de ser los únicos en movimiento y empezaron a despertar a las otras cordadas. En eso se pudo escuchar el grito desde una carpa que hizo volver todo a la normalidad: “¡No son las dos, son las una de la mañana, vuelvan a dormir!”

La segunda despertada fue entonces como de costumbre, con un poco de sueño aun, todos empezaron a ponerse en pie y a preparar las mochilas y crampones para la jornada cumbrera. No había luna aquella madrugada, por lo que las únicas luces eran las de las frontales, que al estar encendidas dentro de las carpas parecían pequeñas farolas naranjas a los pies del cerro.

La caminata comenzó a las 3:30, siguiendo al Dager, que iba abriendo ruta, luego a mitad venía la Eli, con otra radio, y al final, la Tami cerrando la fila. El camino partía suave y pasamos por al lado del campamento de los vecinos, luego la ruta se metía a mano derecha por una subida larga, pero con pendiente moderada.

Tras un rato de caminata, algunas cordadas decidieron volver al campamento base. Algunos de ellos habían pasado una mala noche y no se sentían en condiciones para caminar hoy.

Una vez llegados al portezuelo, empezó a correr un fuerte viento helado, que heló especialmente la cara y las manos de los que estábamos menos preparados para el frío. Este cambio de temperatura se debía a que ya estaba por amanecer, estaban saliendo las primeras luces del alba y se empezaba a iluminar el camino hacia el cerro Gloria. El viento hacía que fuera difícil ponerse bloqueador, y algunos decidieron no sacarse los guantes por el frío… a la tarde quedaron a la vista las quemaduras del sol en sus caras. Justo cuando hicimos la pausa, una cordada se encontraba algo afectada por la altura y decidieron bajar también, esta vez llevando una radio para comunicarse.

El frío nos hizo entrar en movimiento nuevamente, esta vez el camino subía por una meseta que empezaba a rodear el cerro Gloria para ver su cara norte, donde empezaba la canaleta que llevaba a la cima cumbrera. Cuando nos dimos cuenta cuál era la canaleta, recuerdo que hubo un sentimiento generalizado de ánimo y nos dimos motivación para lo último que quedaba, pues sentíamos que quedaba poco para la cumbre.

Empezamos entonces a subir por una canaleta de aprox. 40 grados, que se sentía muy empinada. Para quienes estamos recién ingresando al montañismo -muchos habíamos hecho este año el curso básico- fue una experiencia increíble, fuimos escalando con piolet y crampones en cuatro patas. En esos momentos no podíamos no acordamos de los escaladores del entrenamiento del estadio nacional, el dolor de nuestros gemelos nos hacía dar unas pausas cada algunos metros.

Desde que llegamos al filo, ya sabíamos que todos intentaríamos llegar a la cumbre, era temprano, como las 9 de la mañana, así que seguimos adelante, a paso lento pero seguro. Además, en la subida ya se empezaron a sentir algunos síntomas del mal de altura, algunos iban un poco tambaleantes, pero el grupo no se separó mucho. Personalmente sentí un poco de presión en la cabeza en esta subida, pero al llegar a un segundo portezuelo el masticar hojas de coca sirvió para que se detuviera casi completamente.

Desde el filo ya pudimos ver tres puntas del cerro, las dos primeras eran falsas cumbres, y aunque estaban cerca unas de otras, la cumbre debía ser la última. Llegamos los doce que aun estábamos en el grupo, con un lapso de 30 minutos a la cumbre, a eso de las 10-10:30, por lo que aun teníamos tiempo para almorzar, y sacar la foto grupal con calma. La cumbre tenía una vista hermosa y despejada del valle del Aconcagua, desde allí se podía ver perfectamente el cerro Aconcagua, el Juncal, el Alto los leones y la Paloma, entre otros. También dejamos un testimonio de la subida en la caja cumbrera (metálica y se abría con desatornillador).

Empezamos a bajar después de como unos 45 minutos, todos un poco más descansados. Del filo hacia la canaleta estaba sencillo y la nieve estaba firme, sin embargo, al llegar a la canaleta, el descenso se veía bastante empinado y los encargados de salida decidieron que sería mejor bajar ayudados de una cuerda. En primer lugar hicimos en conjunto una “seta de nieve”, que permitía poner una cuerda para bajar haciendo un rapel de vieja escuela (con la cuerda pasando por los brazos abiertos). Luego, en vista de todo el trabajo que implicaba hacer varias setas, se decidió hacer reuniones con piolets, mosquetones y cordines, así fuimos bajando de a uno hasta el final de la cuerda, donde nos agrupábamos y algunos volvían a hacer la reunión para continuar el descenso. Hicimos esto  tres veces, hasta el comienzo de la canaleta, que se unía a un acarreo pequeño. Hacia calor y nos empezábamos a quemar por el sol y el reflejo en la nieve, por lo que esta parte de la bajada se hizo especialmente larga.

Estábamos ya en el descenso de la última cuerda, cuando vimos a los vecinos subir al cerro Glorieta. En un momento nos preocupamos de que estuviesen subiendo recién a mediodía, pero nuestra preocupación desapareció cuando vimos que, en tan solo pocos minutos, habían subido directamente por una pendiente hasta la cumbre. Quedamos sorprendidos en ese momento y sobre todo cuando en la bajada nos alcanzaron con una rápida y hábil técnica de potocross -potoski decían ellos- que los llevó casi directamente a su campamento.

El regreso después se hizo rápido, la nieve estaba un poco más blanda pero valía la pena seguir con crampones. Algunos iban un poco insolados o con síntomas de mal de altura, lo que puede servir para explicar la caída del casco del Gastón, cuando lo dejo apoyado sobre la nieve y cayó muchos metros hacia abajo, por suerte no lejos de donde seguía la ruta.

Llegamos aproximadamente a las 3:30 al campamento base, todos sanos y salvos, a dormir, hidratarnos bien y cocinar. Los que habían bajado antes ya se sentían mejor y nos propusimos salir al día siguiente a las 8.

Día 3

Nos levantamos a eso de las 6:30, dejamos todo limpio, y bajamos a eso de las 8:30 hacia los autos, eso si antes tomamos una foto de grupo con un pie arriba para mostrar nuestra energía.

En el comienzo usamos crampones porque la nieve seguía algo dura, y luego pasamos por la cascada, que formaba una pared de hielo muy bonita y encontramos una cruzada por la nieve, para no tener que saltar nuevamente el riachuelo.

El descenso se hizo rápido, en dos horas estábamos ya en los autos, y el Dager y Andres se adelantaron para avisar de nuevo en el retén que habíamos vuelto.

Bajamos juntos a un puesto de empanadas a hacer el análisis (ya no evaluación) de lo que había sido esta ascensión. La salida se evaluó muy bien, sobre todo por el ambiente de grupo y las buenas decisiones de bajar como cordada, en el caso de quienes se sintieron mal. También se felicitó la unión durante la caminata, a los miembros del curso básico y a los encargados de transporte. Creo que para todos fue un muy buen fin de semana largo, de esos que nadie sabe muy bien por qué fueron feriados, pero que se disfrutó al máximo y nos dio la posibilidad de ir al Cerro Gloria.

Fin del Relato.

Relato: Ariel Alvéstegui

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Leonera – Punta Hermandad

4954-4930

17-18 diciembre 2016

Escrito por Valentina Moreno

Encargado salida: Gabino Reginato

Encargado transporte: Ariel Alvéstagui

Fotos: Gastón Fuentes ,Gabino Reginato y Leonardo Navarro

Esta salida fue la segunda programada como preparación para la ascensión al cerro Marmolejo, luego del cerro Pintor.

Sábado 17:
Ariel coordinó el transporte para quienes fuimos en bus, nos juntamos en Baquedano a las 8:00 para salir tipo 8:30 hacia la Parva, donde nos reunimos con el resto del grupo a las  11:00 aproximadamente, junto al andarivel el Águila.

Parte del grupo tomó la telesilla y el resto partió caminando hacia el próximo punto de encuentro que acordamos, junto al refugio a los pies del Cerro Pintor. Alrededor de las 14:00 llegaron los últimos a este punto de encuentro, donde descansamos, comimos para recuperar fuerzas, algunos tomaron una pequeña siesta y luego a las 15:00 hrs. continuamos la ruta para hacer el último tramo hasta el campamento, el cual se estableció en el desvío hacia la cubre del Cerro Pintor.

En un comienzo pensamos llegar hasta cancha de carrera para dormir, pero la idea se descartó ya que el objetivo era dormir a la mayor altura posible, además la bajada hacia cancha de carrera implicaba luego subir ese tramo con la carga al día siguiente.

A las 16:30 comenzamos a armar campamento y algunos comenzaron a cocinar de inmediato. Parte del grupo sintió los efectos de la puna poco después de llegar y se quedaron en reposo atentos a los síntomas para evaluar si podrían seguir con la ruta al día siguiente.

Pamela y Emilio llevaron equipo para hacer una clase recordatoria de algunas técnicas de auto-detención con piolet, nudos y anclajes en nieve para los interesados. Luego nos dedicamos a cocinar quienes no habían comido aún y a derretir nieve para tener agua el próximo día. Quienes todavía sentían malestar por la altura decidieron quedarse en el campamento  y no hacer cumbre, para bajar y recuperarse. Cuando comenzó a oscurecer rápidamente disminuyó la temperatura y nos refugiamos en las carpas para dormir antes de la salida para intentar hacer cumbre, programada a las 5:00 am.

Domingo 18:

Los primeros despertadores sonaron a las 4:20, y a las 5:00 am salimos al ataque del Cerro Leonera. Se programó alcanzar la cumbre a las 11:00 y estar de vuelta a más tardar a las 15:00 para desarmar el campamento.

Atravesamos cancha de carrera con las linternas frontales y pronto nos encaramamos  sobre el filo rocoso que se dirige hacia el oeste, a medio camino comenzó a amanecer. En un comienzo el grupo fue algo distanciado pero luego de la primera parada se  cohesiono, lo que se mantuvo durante el resto de la ruta. La velocidad de avance bajó considerablemente al tomar altura haciéndose sentir el efecto de la falta de oxigeno, por lo que hicimos paradas reiteradas, con el objetivo de hidratarnos, recuperar aliento, mantenernos juntos y chequear el estado de cada uno de los que íbamos en la ruta.

A las 10:30 llegamos al último punto antes de la cumbre de Leonera donde algunos se sintieron mal y decidieron no continuar. Se propuso para quienes quisieran, ir a la cumbre vecina del cerro Punta hermandad a unos 40 minutos de camino, por lo que nos dividimos y cada grupo se dirigió a su destino. Cada equipo quedó con una radio y acordamos reunirnos nuevamente en el campamento.

Las cumbres fueron alcanzadas puntualmente a la hora programada y desde las respectivas cumbres nos divisamos los distintos grupos.

Llegamos de vuelta al campamento bastante dispersos entre las 14:00 y 15:00 hrs, desarmamos carpas, armamos mochilas y rápidamente bajamos para alcanzar el bus. A las 18:00 hrs ya estábamos todos en la Parva donde nos reunimos con el resto del grupo, quienes habían tenido problema de mal de altura nos contaron que habían amanecido mucho mejor y ya se encontraban en muy buenas condiciones.

Hicimos una pequeña reunión de recuento, donde se destacó la buena voluntad de Pamela y Emilio por la clase realizada la tarde anterior, también se valoró la responsabilidad de quienes decidieron no intentar cumbre tras los síntomas de la Puna y el compromiso y buena disposición de quienes acompañaron a sus cordadas que decidieron no subir. Nos despedimos y regresamos a Santiago, el bus llegó a las 20:00 hrs a Baquedano.

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Pintor

Salida Cerro Pintor 3 diciembre 2016 – cuando la Parva fue un pequeño Everest

Al igual que otras salidas de la Rama, ésta comenzó con la tarea no menor de coordinar el transporte para un grupo de 35 Rameros y el desafío de cumplir estrictamente los horarios, ya que la mayor parte del grupo subiría sin andariveles, además de ser el primer cuatro mil para varios y finalmente tener hora de regreso a los autos a las 18.00 hrs, ya que el transporte nos esperaría hasta esa hora. Aquí fue esencial la motivación de la Dani Torrealba, que en forma espontánea se movió con toda esta labor.
Así fue, que el día sábado 3 de diciembre, alrededor de las 8:20 hrs. de la mañana, partimos del tradicional punto de encuentro en Baquedano una Van y dos vehículos con dirección a la Parva. Al otro lado del río Mapocho, partía 20 minutos más tarde un auto arrendado, para luego de una breve parada en escuela militar, a objeto de recoger a nuestro compañero Novani, continuar con igual destino.
Alrededor de las 9.40 am, ya había llegado el primer grupo a la base de las telesillas y el último vehículo a eso de las 10.30, doscientos metros más abajo hasta donde le dio la fuerza al motor.
Este retraso de cerca de una hora, sabíamos, haría más exigente todo lo que se venía de jornada. El tiempo de espera sin embargo fue muy bien aprovechado, ya que los más experimentados organizaron a los dos grupos que subirían. El primer grupo de 6 Rameros, Carmen Sanhueza, Erick Orellana, Ignacio Sánchez, Vivían Rocca, Elizabeth Contreras, Nicole Villanueva, subirían en telesilla hasta la caseta superior del andarivel Las Águilas. De allí seguirían avanzando lo más posible para ganar tiempo, hasta el refugio a los pies del cerro la Parva para esperar al resto del grupo. En el segundo grupo, abriría la ruta Pablo “AzuKar” y cerrando Christian Ponce, ambos conectados por radio. Estos 31 Rameros haríamos el trayecto completo a pie, por lo que a penas llegamos los cincos últimos, rápidamente nos integramos y comenzó el trekking hacia la laguna Piuquenes. En la subida con Emilio Torres, nos ofrecimos a ayudar a Christian en la labor de cerrar la ruta, por lo que desde el final de la columna de montañistas veíamos ascender a nuestro grupo muy compacto.
Al llegar a la laguna nos encontramos con el último Ramero del grupo, que en una muestra de que todo es posible y que no hay límites cuando hay motivación, había llegado con la bicicleta desde Santiago hasta la Laguna Piuquenes (historia digna de un relato de su propio autor).
En este punto no sólo encontramos al Leo, Sherpa -MOUNSTRUOO (como lo llamarían en el resto del ascenso), sino que también a 500 corredores de trail runnnig, de las más diversas edades y condiciones físicas que subían y bajaban por todas las laderas de los cerros, desde y hacia la falsa Parva. Lo que alguien había comentado por WhatsApp mientras veníamos en los autos y que entonces nos pareció un tanto chistoso, ahora era una realidad.
El ascenso a ratos era dificultoso, entre dejar pasar a quienes bajaban y adelantar a quienes subían más lento para no perder la cohesión de nuestro grupo – a estas alturas repartido entre un sin número de camisetas lilas numeradas. Esta imagen sin duda recordaba, las largas filas ascendiendo por el escalón Hillary. Por supuesto, la diferencia era enorme!!! Nosotros teníamos un día soleado, poco o nada de viento, ocho grados sobre cero y unas amplias laderas que permitían salir del camino cuando el cuello de botella no dejaba avanzar. Esta diferencia era fundamental porque lo anecdótico y agradable de encontrarse con gente muy amena en esas circunstancias podría haber sido una dura experiencia.

Todo el grupo al llegar a la falsa Parva esperó para partir a los que veníamos cerrando. En una decisión conjunta, unánime y rápida todos los que veníamos llegando preferimos parar lo mínimo, solo para tomar agua y así no arriesgar la posibilidad de cumbre para el grupo. Una vez superada la Parva dejamos atrás a todos los corredores y avanzamos más tranquilamente por una zona que si bien no presenta mucha pendiente, ya comienza a darnos indicios de que nos encontramos por cerca de los 4000 metros de altura.
Nuestra última pausa grupal es en el refugio a los pies del cerro la Parva, sabemos que vamos a buena hora, ya que los esfuerzos nos han permitido disminuir los atrasos. Verificamos que no falte nadie del grupo antes de retomar la última parte de la ruta. Vemos que SI falta un compañero, salió de la ruta un momento, afortunadamente se reintegra rápidamente, pero igual insistimos en la importancia de avisar siempre a los que cierran.
Nuestra hora máxima de cumbre es las 14.30 y límite de descenso las 15.00 hrs. Son las 13.40 y nos quedan las últimas subidas, menos de 400 metros de desnivel. Ya se ve más cerca la cumbre, casi a nuestro alcance, pero es aquí precisamente, donde los efectos de la altura nos hacen cada paso más difícil.
Al llegar prácticamente a la última subida hacia la cumbre, pasados los 4000 metros, encontramos a Erick y a Vivían. Un dolor de cabeza ha hecho a Erick detenerse por precaución. Acordamos esperarlos. Leo los motiva: “Si yo llegué hasta acá así, demás usted llegan!”. Pero pasados los minutos, las molestias siguen, comprendemos que la decisión de Erick es la más prudente y continuamos.
Alrededor de las 14.30 Pablo Azúa, Ximena Noriega y Stephano Novani llegan a la cima del Pintor.
Cerrando la ruta, a escasos 100 metros de desnivel de la cumbre encontramos a Gonzalo, que nos dice que no sigue. Leo explica técnicas de respiración, otros damos consejos de marcha y Gonzalo da toda su motivación a full para llegar a las 14.55 hrs. a los 4.220 m.s.n.m. Su primer cuatro mil!!!
Esto hace la cumbre más especial y bella que nunca, el compañerismo, la motivación, los mensajes al Ramero “Pantani” atropellado días previos, las nubes, el color del cielo, todo!!!

La bajada es perfecta con los horarios, tanto que un grupo alcanza a hacer su segunda cumbre en la Parva, nos reorganizamos rápidamente con la apertura, cierre de la ruta y punto de encuentro y todos llegamos a los autos puntualmente a las 18.00 hrs. El primero en llegar es el Leo, a quien lo vimos pasar Flash por los senderos.

a evaluación la hacemos antes de subir a los autos para no retrasar el transporte, balance positivo en esta salida de aclimatación para los próximos desafíos. Partimos todos juntos, largo viaje de regreso de Paz Soto, Sebastián Silva, Gastón Fuentes y Ximena Noriega que terminaron en una vulcanización hasta bien avanzada la noche. Nosotros que llegamos más tarde a la subida, para compensar, nos sacrificamos por todos y para no romper la tradición Ramuch, pasamos a la Ermita a castigarnos con unas empanaditas.

Foto principal: En la cumbre del Pintor
1) Gonzalo Román – 2) Gastón Fuentes Soto- 3) Leonardo Navarro – 4) Rodrigo Parra
Salamanca – 5) Vivían Rocca – 6) Carlos Fuentes F. – 7) Elizabeth Contreras -8) Catalina
Moya -9) Ignacio Sánchez -10) Stephano Novani – 11) Erik Orellana – 12) María
Esperanza Ulloa -13) Pamela Norambuena – 14) Emilio Torres – 15) Christian Ponce – 16)
Alejandro Sánchez – 17) Pablo Azúa – 18) Carmen Sanhueza – 19) Joaquín Riquelme –
20) Juan Francisco Ruiz – 21) Daniela Torrealba Arregui – 22) Carlos Vicens – 23) Ignacio
Villagra – 24) Catalina Castro – 25) Nicole Villanueva – 26) Fernanda Vicens – 27)
Valentina Moreno – 28) Ignacio Salas Molina – 29) Sebastián Silva – 30)Paz Soto – 31)
Ximena Noriega – 32) Pablo Díaz – 33)…-34)…35)….36)…37)…38)…

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Tres Hermanos

Descripción:   Salida deportiva de septiembre

Objetivo:        Cumbre central (4595) cerro tres hermanos.

Fecha:             17-19 de septiembre de 2016

Encargado:    Bernardita Araya

Relator:          Ignacio Carrasco (Chefo)

Cordadas:

  • Diana Cid, Gabriela Anríquez, Stephano Novani, Sebastián Orellana
  • Alendro Sánchez, Daniel Acosta
  • Ignacio Villagra, Martina Monckeberg
  • Dager Borvarán, Bernardita Araya, Nicolás Villar
  • Diego Rodríguez, Paula Urizar
  • Carlos Fuentes, Ignacio Carrasco
  • Kevin Lee, Orlando Solis
  • Ariel Alvéstegui, Arturo Alvéstegui
  • Tamara Rivera, Gabino Reginato
  • Christian Ponce, Catalina Castro, Maximiliano Díaz
  • Andrés Retamal, Hans Nordheimer

Sábado 17 de septiembre.

De Santiago al centro de ski Portillo

26 ramucheros montados en una cantidad que no recuerdo de automóviles y un bus subsidiado por la rama, salen del parque Bustamente a las 9:00 am aproximadamente. Retrasados de nuestra hora planificada de partida, íbamos camino hacia el centro de ski Portillo, donde iniciaríamos la aproximación. En el bus repasamos algunos nudos y tuvimos un debate de alto nivel sobre la Organismos Genéticamente Modificados (OGM). Un par de curvas más y el biotecnólogo del grupo consigue modificarnos el cerebro.

Ya a 2800 metros de altura nos reagrupamos en el estacionamiento del hotel, las cordadas organizan el contenido de las mochilas y damos inicio a la aproximación, no sin antes sacarnos una foto con los Tres Hermanos y la laguna de telón de fondo. Una persona que trabaja en centro de ski nos indica el inicio del camino, que luego de la primera hora nos dimos cuenta no era el más adecuado.

Inicio de la marcha – Aproximación

La abundante nieve de la ladera hace que el inicio sea lento, dándonos cuenta que hubiese sido mejor caminar por la orilla de la laguna. La vista es increíble, rodeados de cerros, nieve por todos lados y una laguna de un azul intenso, que parecería una locura zambullirse en ella. Luego de alrededor de una hora de caminata por la ladera del cerro, vemos que la única manera de seguir de manera segura es subir un poco más y bordear un macizo. Aquí, dado que el sendero se vuelve expuesto, los más avezados instalan un pasamano con tal de disminuir el riesgo de caída.

Luego de un segundo paso, con menos nieve, pero bastante expuesto también, nos reunimos todo el grupo a comer algo e hidratarnos. El fin de la laguna se ve más cerca y luego de disfrutar el sol echados en las rocas reemprendemos la marcha. Esta vez vamos por la orilla de la laguna, intentando no patear tanto las piedras. El grupo va bastante unido, con tres bloques bastante distinguibles que se vuelven a reagrupar cuando dejamos la laguna. Ya son aproximadamente las 16:00 y nos queda bastante hasta el CB planificado.

Cada vez que me volteo, me doy cuenta que no nos podremos deshacer del hotel del centro de ski por un buen rato. Me pregunto si tendrán algún bote para cruzar rápido este charco helado. La laguna continúa alejándose y así también lo hace la carretera, la señal de celular, las preocupaciones cotidianas y la vida de montaña adquiere más fuerza. El sol nos sigue acompañando por un rato, pero todos sabemos que apenas pase detrás del cerro comenzará el viento y el frío.

Entre armar la carpa, derretir nieve y comer se nos irá un buen rato, por lo que vemos que pronto tendremos que instalar el campamento. Tenemos el dilema entre seguir caminando con peso para adelantar camino para el siguiente día, versus armar campamento un poco antes y guardar energías. Finalmente se opta por lo segundo, ya que la hora es avanzada y la marcha es lenta.

Escogemos un lugar donde no hayan rodados visibles o riesgo de avalancha para instalar el CB. Terminamos cuando el sol solo se divisa en lontananza. Aplanar los sitios y construir pequeños muros de contención del viento nos toman un rato. Berni nos convoca para decirnos que el objetivo de la salida se cambia a la cumbre sur en lugar de la central, ya que es más viable que lo consigamos. Nos pasó la cuenta la aproximación más lenta de lo esperado y la instalación del CB más abajo.

El plan es salir a las 4:00 am en punto a atacar cumbre. Crampones ajustados, nieve derretida y organización de mochila antes de dormir. Con mi cordada comemos unos deliciosos tortellini, que terminamos con esfuerzo pero pensando en la energía que nos darán en unas horas. Conversamos un poco y me cuenta que está de cumpleaños. Feliz cumple compa!

Sábado 18 de septiembre

Ataque de cumbre

Tiquititi, tiquititi…la alarma suena a las 3:00 am y nos preparamos pa la segunda patita. Comemos unos panqueques muy similares a los que come 11 en Stranger Things, lo que me da un buen presentimiento. Sin hambre, me obligo a terminarlos, necesito superpoderes para lo que se viene. La noche no es tan noche porque la luna brilla brilla y casi no necesitamos nuestras linternas. Iniciamos marcha a las 4:15. La nieve está dura, pero con los crampones se agradece.

Nos espera una buena caminata en una pendiente leve hasta cuando luego de un poco más de una hora giramos hacia nuestra derecha. Aquí agradezco haber subido y bajado tantas gradas en el Nacional, porque se vienen muchos escalones imaginarios. Subimos, subimos, y seguimos subiendo. Me voy encontrando con distintos compañerxs, con quienes conversamos un poco, compartimos ración de marcha o nos sacamos el agua de las mochilas. Se mantienen los tres bloques dentro del grupo. Paula y Diego van abriendo, Dager y Gabino acompañan al segundo grupo; Berni, Tamara y Nico cierran.

La pendiente aumenta un poco más y cruzamos un mar de penitentes, como escalones más grandes. Siento la altura y tengo que ir parando más seguido. A lo lejos, veo cómo 4 personas se están devolviendo al CB y me pregunto si todo está bien. Luego nos enteramos que una compañera se sentía mal y sus cordadas, solidarias, la acompañan. En los penitentes me encuentro con otros dos compañeros que han decido volver también, uno de ellos está fatigado y considera mejor no seguir. Considero devolverme, me pregunto lo que siempre termino preguntándome en algún momento, qué hago aquí en lugar de echado en la carpa leyendo? Qué espíritu masoquista nos manda a subir estas montañas? Me paro por dos minutos, respiro, miro todo lo que he avanzado y continuo.

Tras 5 horas desde la partida del CB alcanzamos el sol en el portezuelo. Ahora voy con el equipo de cierre de la marcha, quienes nos van animando y organizando las paradas. Descansamos un rato al sol y seguimos el último tramo hacia la cumbre. Según la descripción de la ruta, quedaba un poco más de una hora para llegar.

Llegamos a una falsa cumbre. Aunque siento que me quedan energías, la altura me juega en contra. Veo que mi cordada estaba esperándome para el último tramo hacia la cumbre. Incluso dejo mi mochila para intentar subir más liviano, pero cada paso me agota. Finalmente decido no subir y sigo con la mirada al último grupo, alejándose hacia la cumbre. Mi cordada, a quien le agradezco muchísimo, se queda conmigo. Le sacamos fotos al Aconcagua, que nunca había visto tan directamente.

Así es como se veía la cumbre sur (4274 mtsm) con todos los que llegaron arriba. Grande Ramuch! De los 26 que salimos del CB, 18 consiguieron la cumbre sur del Tres hermanos. A las 11:00 estaban bajando todo el grupo.

Vuelta al CB

La vuelta fue tranquila, aunque con la nieve bastante más blanda. Luego del portezuelo, decidimos evitar el campo de penitentes, hacer un recorrido un poco más largo pero con menos pendiente. La laguna aparecía repetidamente y no dejaba de impresionarme todo lo que habíamos caminado.

En el CB nos espera una sesión de elongación dirigida por Paula. Mientras nos estiramos, conversamos sobre la jornada, la cual a pesar de que no todos hicieron cumbre, resultó sin nadie accidentado.

La tarde es para conversar. Si bien conozco a muy pocos, la rama mantiene un espíritu de liviandad y buena onda que me hace sentir bien. El punto de reunión es a unos metros de nuestros vecinos, donde somos bienvenidos a estirar nuestras colchonetas para tomar sol. Al poco rato me doy cuenta que ahí sentados cumplimos una función: llevar un registro exhaustivo de quién se encuentra ocupando el baño e indicar direcciones de dónde conviene ir según el nivel de privacidad requerido.

Cuando el sol nos deja comienza a correr viento y una bolsa huye perseguida por Gabriela. Finalmente la atrapa y vuelve orgullosa al campamento.

Antes de volver a dormir, derretimos más nieve para el último día. Dos litros para cada uno será más que suficiente. Carlos, intenta recuperar calor luego de haberse enterrado en un arroyo de agua gélida mientras exploraba la zona. Si bien consiguió salir rápidamente, los zapatos y parte de los pantalones quedaron empapados.

Lunes 19 de septiembre

Regreso a Santiago

8:15 am del lunes 17. Campamento desarmado y cordadas casi listas. Nos vamos de vuelta, la mayoría con crampones puestos dado que la nieve aún está dura y queremos evitar caídas. Hora planificada de llegada al centro de ski, 12:30 pm.

El regreso a Santiago es tranquilo. Orly nos muestra sus habilidades de artesano de nieve, retratando a su cordada. Inmediatamente, se le unen más artistas que prefieren guardar anonimato.

Esta vez, hacemos menos paradas donde se reúne todo el grupo. Principalmente, luego del primer macizo, me junto con el primer grupo, quienes llevan descansando un buen rato y se preparan para seguir.

En el segundo y último paso también se instala un pasamano, que facilita la confianza de todos.

Finalmente, llegamos todos y la mayoría terminamos en esta agua que nos estuvo tentando cada día. Creo que Daniel fue el único que aguantó más de 10 segundos. El agua helada fue en todo caso muy saludable, quizás gracias eso no me dolían tanto las piernas durante el resto de la semana.

Fonda y evaluación

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Última parada, Fonda Oficial en Los Andes. Le llevó salsa, empanadas, juguitos naturales, chelita y refrescos varios. Nos sentamos en una mesa larga bajo un ondeante toldo gigante y luego de comer nos sentamos en unos pastos con una exquisita sombra a hacer la evaluación.

Temas a tener en cuenta fueron la importancia de la puntualidad en la hora de reunión en Santiago, que luego nos pasó la cuenta para poder haber llegado al CB planificado e incluso la posibilidad de atacar la cumbre central. Todos los atrasos se van sumando. También falta más entrenamiento, tanto de cerros y cancha para los que se vieron fatigados. En cuanto a organización, es clave que aquellos inscritos cumplan y no se bajen a última hora, ya que perjudica la coordinación del transporte. En lo positivo, se celebró que nadie se accidentó y que se consiguió la cumbre sur. Se agradeció públicamente la solidaridad de las cordadas, el apoyo de los compañeros con más experiencia, los grupos de apertura y cierre, la organización del transporte y la coordinación de la Berni quien por lo demás partiría a las tierras de Edmund Hillary.

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Travesía de Ramón

Nos reunimos a las 8:30 horas en la plaza San Enrique, para tomar los colectivos que – recorriendo unos 5 kms – nos dejarían en la entrada del Parque Puente Ñilhue. Allí nos aprovisionamos de agua y Erick, como jefe de salida, dio la correspondiente charla antes de iniciar al ascenso hacia el Cerro Provincia.

Partimos a las 9:30 hrs, a paso tranquilo pero ganando altura rápidamente y dejando la neblina atrás, pasamos por la loma de la vaca y luego sobre vallecito hasta la canaleta (literalmente una canaleta) por donde se encauzaba una vertiente. Allí nos dimos el primer descanso, comimos un poco y rellenamos nuevamente las botellas, puesto que no tendríamos agua hasta el Provincia, en donde deberíamos derretir nieve.

Proseguimos la marcha hacia Alto del Naranjo, lugar al que llegamos a las 12:50 hrs aprovechando de almorzar con una bonita vista hacia la Cordillera y compartiendo con el resto del grupo, puesto que algunos recién nos estábamos conociendo en esta salida. Unos veníamos de estar pronto a finalizar el curso básico, mientras que otros ya llevaban años en la Rama. Luego, el sendero prontamente conectó con la ruta que proviene desde San Carlos de Apoquindo, y continuó por el filo con una pendiente que disminuyó notoriamente. Seguimos bien compactos hasta llegar a la base de la pendiente que, en un desnivel de unos 700 metros, nos llevaría hacia la cumbre del Provincia. Desde aquí los ritmos de cada cordada se diferenciaron un poco, por lo cual nos separamos, pero sin dejar de tener vista hacia los demás compañeros. Después de varios descansos cortos, llegamos hacia el paso de rocas para el ataque final. El resto del trayecto estaba cubierto de nieve hasta la cumbre, a la cual los primeros llegaron a eso de las 16:30 horas para finalmente juntarnos todos una hora más tarde aproximadamente. A medida que las cordadas llegaban a la cumbre disfrutamos un rato de ella y nos tomamos las fotografías respectivas.

La Cordillera de los Andes se mostraba imponente y podíamos apreciar gran parte de la ruta nevada que debíamos recorrer el día siguiente. Allí, a 2750 m.s.n.m y al lado del domo, armamos las carpas y cada cordada se dispuso a cocinar para la respectiva y necesaria cena. El ambiente era distendido, se compartía fuera de las carpa o dentro del domo, y el frío pasaba a segundo plano con el buen ánimo que había. Al pasearse por el campamento, se sentía el aroma a comida de las cordadas más gourmet. Con mi cordada todo era buena onda: comer harto, rico y reírse bastante. Después fuimos a la cumbre a contemplar un ratito y conversar de la vida. A eso de las 10 pm ya nos disponíamos a dormir. No sabemos cómo habrá dormido el resto, pero para nosotros fue tragi-cómico: la inclinación con la que quedo la carpa, que si bien era leve nos amontonó a un costado de la misma, así que dormimos entre cortado pero de todas formas igual logramos descansar lo necesario para el día siguiente.

A las 07:00 am, o un poco después, ya estábamos desayunando y desarmando el campamento. La instrucción dada la noche anterior era estar listos para salir a las 8:30 am. Quizás varios despertamos antes con un grupo que salió a las 5:30 horas desde el domo. Uno de nuestros compañeros decidió devolverse a Santiago desde el Provincia, por problemas con el calzado que andaba trayendo. Finalmente empezamos a caminar a las 9 horas, bajando el filo nevado que continúa hacia el sur y que nos hace perder unos 200 metros de altitud rápidamente. Allí nos colocamos los crampones para hacer un paso y continuamos sin ellos por una ladera que se encuentra en el oeste, para luego subir hacia el este y retomar el filo. La mayoría volvimos a ponernos crampones (y no nos los sacamos más) para llegar – luego de 3 horas de marcha – a la cumbre del Morro del Tambor (2880 m.s.n.m). Para muchos, marchar en la nieve y usar crampones era novedoso, era una experiencia distinta. Por ello Erick explicó brevemente como marchar con ellos con seguridad por este terreno, previendo que prácticamente los usaríamos durante el resto de la jornada.

El día estaba soleado y corría una brisa fresca. Una que otra nube se iba formando en el valle y de vez en cuando hacía borrosa la vista hacia el Provincia. En el trayecto imperaba el blanco y el azul lo que nos daba una sensación gigante de espacio y de lejanía con la ciudad. Nuevamente debimos bajar, ahora desde el Morro del Tambor, no sin antes darnos un buen descanso. La ruta estaba especialmente bella con las laderas nevadas, las rocas sobresaliendo de la nieve y las cornisas que nos advertían transitar con cuidado. Las vistas eran impresionantes, no me cabe duda que estábamos todos disfrutando mucho lo que en cada paso podíamos apreciar.

Almorzamos en una pequeña planicie, con una vista espectacular de la Cordillera. A ese lugar recuerdo haber llegado adelante y sumamente apurado: tenía ganas enormes de ir al baño (fue un martirio esperar que pasen todos por la ruta y una odisea buscar un lugar no expuesto a la panorámica de mis compañeros. Pero sirvió para tomar la foto de la portada de este relato). Los ánimos de todos eran muy altos, y si bien se hacía más evidente el cansancio, también se notaban las ganas que cada uno le iba poniendo a la marcha. Después de todo, en cada momento había una perspectiva nueva del paisaje y estaba esa sensación de verse cada vez más pequeño en la montaña. Terminado ese reponedor almuerzo, continuamos la marcha por una ladera cercana a un filo, donde ya no tendríamos vista hacia Santiago, sino sólo cerros y nieve.
Tomamos la última pendiente exigente y al fondo vimos lo que parecía otro filo (perpendicular a nuestra marcha), donde daba la impresión que podía estar el domo, lo que efectivamente fue así. A las 16:00 hrs. horas llegó el grupo completo, nos abrigamos pues la temperatura ya empezaba a bajar y armamos el campamento.

A las 5 debíamos salir – sin peso – hacia la cumbre del Cerro de Ramón, la cual teníamos a la vista desde donde estábamos. Nos retrasamos un poco, pero subimos rápidamente por la nieve y con bastante frío. Mientras caminábamos por el filo, el sol, ya entrando a los cerros de la Cordillera de la Costa, pintaba por varios minutos el manto de nieve de increíbles tonos amarillos y naranjos, éramos espectadores privilegiados de aquel momento y cargados de cierta ansiedad por llegar a la cumbre.

La cumbre estaba muy cerca, a ella íbamos y caminábamos sin dejar de ver como el sol raudamente desaparecía en los cerros. Y así, entre las 6 y 6:20 pm las cordadas fueron arribando gradualmente a la cima del Ramón, a 3253 m.s.n.m. Nos abrazamos fuertemente entre cordadas y con el grupo. Realmente produce una enorme satisfacción no sólo el llegar ahí, sino que también el hecho de percibir la misma alegría en tus compañeros. Ya podíamos ver la franja naranja en el horizonte y como lentamente empezaban a titilar las luces en Santiago. La vista en 360° nos reafirmaba el por qué estábamos allí. Estuvimos unos 45 minutos arriba y más que felices.

Bajamos con los frontales hacia el campamento, y nos dispusimos a cocinar para reponer las energías de esa jornada. En un momento salí de la carpa, alumbré con el frontal y vi dos ojos brillando a unos 50 metros y que se acercaban. Luego veo al animal de perfil: se veía grande y con una gran cola. En mi mente pensaba (y deseaba) que era un puma, a pesar de las bajas probabilidades de ver uno en ese lugar. Hasta me emocionaba la idea de poder ver uno, por eso efusivamente le digo a mi cordada que al parecer anda un puma jaja: al final era un zorro culpeo, curioso quizás de nuestra presencia (o de nuestra comida).

Parte del grupo durmió en el domo y recibían mensajes de whatsapp con lo que ocurría en el partido de Chile con Argentina por la final de la Copa América. Desde las carpas oímos los gritos efusivos de nuestros compañeros por la victoria de la selección. Por su parte, en la carpa teníamos nuestra propia tertulia con la Paz, el Seba y el Ariel, riéndonos de las tallas incontables (en el sentido de que no se pueden decir abiertamente) que suceden en la cordada. Como la carpa que nos prestó la rama era grande, ofrecimos un cupo que tomó una de nuestras compañeras. Esa noche dormimos mucho mejor, sobre todo porque esta vez la inclinación del suelo no nos hizo amontonarnos.

Al día siguiente empezamos a levantarnos desde las 7 am. La verdad es que nos costó un poco. Afuera el viento soplaba y hacia bastante frío, pero la mañana estaba muy luminosa. Luego de desarmar, creo que muchos queríamos nada más que caminar para agarrar calor en los pies. Estando todos listos para iniciar la marcha, nos dispusimos a dejar el campamento y descender hacia el manzano, haciendo huella en la nieve virgen.

Rápidamente perdimos altitud, siguiendo el filo del sur (había que ser cuidadoso en no desviarse de él para poder salir en el lugar correcto). Aprovechamos algunos sectores planos para descansar, conversar entre el grupo, que a esa altura, estaba bien cohesionado y se transmitía muy buena energía entre los compañeros. Y no parábamos de disfrutar lo que la ruta y el paisaje nos ofrecían. Sin embargo, El Orlando (Orly [sí, como el chocolate], según su cordado Kevin), estaba bajando con fiebre pues desde la noche anterior que no se sentía muy bien, pero lo que sí sintió bien, fue el apoyo del grupo para no bajar la moral y eso nos lo hizo saber durante la evaluación.

Continuamos descendiendo hasta llegar al Portezuelos los Azules y posteriormente al costado del refugio del arriero, donde almorzamos. Desde allí, en cerca de 1 hora, llegamos al estero el manzano, el cual debimos cruzar 8 veces. El paisaje ya había cambiado notablemente: la nieve y las rocas dieron paso al verdor de los bosques que crecen en la quebrada, alimentados por las abundantes aguas que escurren por otras quebradas secundarias hacia el estero el Manzano. Y así anduvimos, sintiéndonos por algunos momentos en los bosques del sur, junto con árboles grandes, la humedad que a ratos se sentía abruptamente, el sendero que en ciertos tramos transcurría como un pequeño arroyo por el agua que se encauzaba en él, y el sonido constante del fluir del agua quebrada abajo.

A la carretera llegamos a las 6 pm. Nos juntamos todos en el puesto de empanadas que está al costado, para – además de comerlas con ganas – hacer la evaluación de la salida, que resultó bastante positiva. Agradecer a Don Arturo y Don Francisco por ponerse con parte de la empanadas para el grupo; al Erick, por transmitirnos parte de su experiencia y humildad; a mi cordada por la buena onda que hay tanto dentro como fuera de los cerros; y al grupo en general, porque entre todos creamos un clima
súper bonito para disfrutar de la montaña durante esos tres días.

Al final, estábamos realmente felices de haber cumplido el objetivo: hicimos la travesía invernal de la Sierra de Ramón, con sus cumbre respectivas (Provincia – Tambor – Ramón) y, lo más importante, volvimos todos bien a nuestros hogares.

Jefe de Salida: Erick Vásquez
Cordadas:

Hans Nordheimer – Matías Molina

Ariel Alvéstegui – Arturo Alvéstegui

Orlando Solís – Kevin Lee

Erick Vásquez – Diego Pantani

Francisco Carrasco – Valentina Araneda

Gabriela Anríquez – Diana Cid – Hernán Funes 

Paz Soto – Sebastián Silva – Gastón Fuentes

Andrés Retamal – Bernardo Sagredo – Leonardo Navarro

Relato y fotos: Gastón Fuentes

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Retumbadero Norte

21-22 mayo 2016

Berni/Edgard/Gabino

Magda/Hans/Dager

Pablo/Carlos/Carla

Finalmente luego de posponer la salida 2 fin de semana consecutivos y dado el buen pronóstico del tiempo, decidimos fijar la fecha de este cerro para el 21 de mayo. Como toda buena historia, partió con contratiempos. El metro cerrado temprano por el feriado y algunos percances entre los participantes retrasaron una hora la salida de Santiago. También, ya en las vizcachas nos preguntábamos si ir al cerro era buena idea, debido a las amenazantes nubes que moraban sobre la ciudad y a la fuerte lluvia que nos obligó a cubrir nuestras mochilas en la camioneta.

Ya en San Gabriel todos reunidos (9, al igual que la comunidad del anillo), para nuestra tranquilidad, un microclima gobernaba la zona y el un sol radiante nos esperaba. A las 12, ya con todas las cosas distribuidas partimos la marcha, buscando por las laderas y entre los cercos el mejor camino a nuestro destino. Horas más tarde, las nubes citadinas comenzaron a subir y la nieve no tardó en venir. Para nuestra fortuna, más que un contratiempo fue la manera perfecta de evitar el sol, ya que dos horas mas tarde, al llegar al campamento, volvió a despejar y la temperatura resultaba bastante agradable.

El inicio

La luna se fue y llegó el sol. Con él decenas de cerros se revelaron ante nosotros, la vista era sublime y la motivación estaba al máximo. El primer obstáculo era un traverse muy expuesto, en el cual una caída resultaría fatal, aquí instalamos un pasamanos de seguridad para sortearlo. En este punto ya resultaba absolutamente evidente que el piolet y los crampones sería indispensables para seguir la marcha. Al cabo de una hora, una pasada bastante empinada nos hizo montar una reunión improvisada y con un cordín auxiliar ayudamos a algunos que aún no se sentían cómodos con el piolet y los crampones. Aquí, Carla y Pablo decidieron regresar al campamento.

Las trepas por roca y nieve no paraban y tras cada obstáculo no era raro escuchar: “se ve cuatico!”, “Por donde será?”, “otra más?”, etc, etc. Las cornisas, la nieve blanda y los laberintos entre las rocas eran la tónica de la ruta. Encontrar el camino a vista no resultaba evidente siempre y no quedaba más que seguir por el filo y esperar que existiera una buena pasada. Un segundo paso complicado de rocas nos obligó a hacer una segunda reunión y al considerarlo un poco riesgoso, decidimos no continuar si la ruta exigía una tercera. Tras superar esta escalada nos ilusionamos al escuchar de Dager que quedaban unos 20 metros para la cumbre, en breves minutos quedaría en evidencia que era una ante cumbre y la verdadera se encontraba a un par de cientos de metros, tras un leve bullying continuamos la marcha. La ruta no se mostraba evidente y la energía en el grupo ya mermaba, eran alrededor de las 10 am. Algunos dejaron sus mochilas para continuar livianos. 

DCIM\100GOPRO

Una ultima pasada, que se veía bastante peligrosa, obligo a Hans y a la Magda a quedarse a unos pocos metros de la cumbre. La Magda había cumplido, para ser su primer cerro (exceptuando el provincia), llegar hasta ahí era todo un mérito. Hans como buena cordada y como tampoco tenía mucha experiencia decidió acompañarla. Los 4 restantes decidimos continuar, luego de unos 15  minutos y siendo alrededor de las 11 am, tras superar una cornisa amenazante y unos trepas en roca, llegamos a la cumbre. Tras la foto de rigor y un poco de agua bajamos rápidamente ya que el sol se hacia sentir, sopeando la nieve y haciendo más peligroso el regreso.

Emprendimos el regreso y unas caídas de Edgard, con perdida de casco incluida, y de la Berni  nos dejaron sin aliento unos segundos. A las 15 hrs estábamos de vuelta en nuestras carpas. Ordenamos las cosas y con el resto del grupo empezamos a caminar hacia los autos. Cuando quedaba alrededor de media hora Carla se dobló el tobillo gravemente y toda una operación de rescate se puso en marcha. Unos bajaron a San Gabriel en busca de ayuda, mientras Pablo y Edgard apoyaban a la accidentada, que a pesar de la lesión lograba (y prefería) bajar por sus propios medios. El resto intentaba facilitar el rescate en caso que la ayuda demorara, bajando la mochila, buscando el camino y acercando los autos. Ya en la parte mas plana improvisamos una camilla y agilizamos la marcha. Cuando quedaban unos 100 metros al auto, llegaron los bomberos y como la pendiente se hacia más abrupta, Carla fue bajada en una camilla especializada. Rápidamente la llevamos a San José para realizar los chequeos respectivos los cuales determinaron fractura de tibia y peroné.

La salida nos deja con una sensación ambigua, entre la felicidad de haber llegado a esta cumbre que costó bastante y las tristeza del accidente. También nos deja una lección de lo expuestos que estamos en la montaña y que los riesgos siempre están presentes y debemos estar preparados para afrontarlos.  Las radios fueron protagonistas de esta escena, la falta de linternas funcionando y nuestro poco conocimiento médico fueron los antagonistas. Sin duda queda mucho por aprender y mejorar, afortunadamente esta vez el accidente no pasó a mayores.

Felicitaciones a los participantes que lo dieron todo en un cerro que resultó bastante complejo y por apoyar hasta el final. No nada mas que decir: Carla, recupérate pronto.

Colorin colorado, el retumbadero  no ha acabado (se viene el retumbadero alto).

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Bienvenida 2016

Descripción: Salida de Bienvenida, Cerro Punta Horizonte.

Fecha: Sábado 30 de Abril y Domingo 01 de Mayo, 2016.

Encargada de Salida: Magdalena Muñoz.

Relato: Diana Cid.

Comenzamos nuestra gran salida de bienvenida un hermoso sábado 30 de abril del 2016. Cabe mencionar que los fines de semanas previos estuvieron llenos de lluvia es por esto que la mayoría de los participantes de la Rama, en especial los integrantes del curso básico, estaban deseosos de adentrarse en la montaña.

Es así como ese sábado todo estaba planeado para comenzar a cargar el bus a las 9:00 horas. No obstante, el bus nunca llegó. Sin embargo, esto no disminuyó el interés ni el entusiasmo de nuestros compañeros. Ya que ante este infortunio, el grupo se organizó para llegar en locomoción, algunos en autos propios, otros en metro bus e incluso algunos en colectivos. Todos hacia el sector del Toyo, específicamente a la Reserva Coyanco. Una vez que el grupo estuvo reunido en la entrada de la Reserva y se repartieran los suministros, que utilizaríamos más tarde en nuestro asado de bienvenida, se dio comienzo a la caminata para llegar al lugar de campamento.

Caminamos cerca de 40 minutos al lugar del campamento. Armamos nuestras carpas, las cuales eran varías considerando que éramos 36 participantes en esta instancia. Descansamos un rato. Varios prepararon almuerzo. Destaco el menú masterchef de la cordada de nuestra presi Berni, donde Daniela se lució realizando una gran salsa blanca con diversos mariscos, entre ellos camarones. Sin embargo, esta no fue la única cordada gourmet. Hubo por ahí ravioles al pesto, cus cus con diversas verduras, millones de salsas elaboradas. Había que aprovechar la cercanía de esta salida para comer lo mejor posible.

Después de nuestro almuerzo gourmet, algunos decidieron ir a descansar a sus carpas. Otros se quedaron sociabilizando y algunos fueron al inicio del recorrido a buscar agua, ya que el agua que estaba cerca del campamento hizo dudar a varios de los asistentes si se debía consumir. Luego, a eso de las 19:00 horas nos reunimos para comenzar el gran asado que teníamos preparado para esta salida. Estaba enfocado en poder conocernos y fortalecer los lazos entre los integrantes de la rama. Por otro lado, su enfoque deportivo estaba en las actividades del día domingo, la cual sería subir el cerro Punta Horizonte. Mientras se comenzaba con el asado cada uno de los participantes de la salida se presentó ante todos los miembros, dando lugar a una jornada pintoresca llena de buenos momentos. Incluso hubo música a cápela por parte de unos chicos motivados que cantaron sin parar gran parte de la jornada. Destaco el gran corazón puesto en su canto, más que su buena afinación. Así mismo, diversos integrantes conversaron sobre sus intereses, experiencias y sobre la vida misma.

Pero todo tiene un final y esta salida, como habíamos dicho, no sólo era de camaradería sino que también deportiva. Así que se acordó que todos debían de estar en pie a las 7:30 am del domingo 01 de Mayo para ascender a la cumbre del Punta Horizonte y estar de vuelta en el campamento antes de las 17:00 horas. No obstante, el clima nos tenía una sorpresa. Durante la madrugada comenzó a llover. Muchos despertamos con el hermoso ruido que forman las gotas de lluvia deslizándose sobre nuestras carpas y con una temperatura ambiente exquisita donde casi bastaba estar en polera. Nuestra encargada de salida Magdalena Muñoz se asesoró y conversó con diversos integrantes del grupo para encontrar la resolución más óptima ante lo ocurrido. Según lo que podíamos ver en internet no seguiría lloviendo mucho más. Sin embargo, mientras amanecía seguían unas amenazantes nubes negras encima de nosotros. Por ello, se decidió a esperar hasta las 9:00 horas para reevaluar una salida a un sector más cercano. Y así se hizo.

Comenzamos a caminar por el costado del río. Mientras comenzamos nuestra pequeña aventura, fuimos buscando senderos que pudiésemos seguir. El grupo seguía muy entusiasta y con ánimos de llegar a una cumbre, aunque fuera una pequeña lomita, es así que recorriendo y perdiéndonos entre senderos subimos por nuestro propio camino. Podríamos decir que en conjunto creamos la forma para llegar a nuestra cumbre, al mirador de una loma (que no sé qué nombre tendrá) pero que nos unió como grupo. Llegamos cerca de las 12:20 horas al mirador, descansamos un rato y nos dimos cuenta que había por el costado opuesto al que subimos, un sendero marcadísimo que podría llevarnos de vuelta hacia el lugar del campamento, y efectivamente así fue. Este sendero era como un paseo en el parque, estaba muy marcado y entre medio de mucha vegetación de distintos colores. En general, pudimos apreciar desde un comienzo que era un sector lleno de los más diversos colores que podemos encontrar cuando los arboles cambian de estación.

Después de 30 a 40 minutos de caminata llegamos al campamento base a comer y ordenar nuestras cosas para partir a casa a eso de las 15:30 horas. Al final de esta travesía nos quedamos con el corazón lleno de experiencias forjadas al compartir con nuestros compañeros, en una instancia que no se da muchas veces y con muchas ansias de poder realizar más salidas deportivas que nos lleven a adentrarnos a las montañas.