Todo comenzó después de varias negociaciones con Diego Valenzuela para organizar una salida para Ramuch. Luego de aceptar, me comentó que sería en abril y que el destino sería el Cerro Vega, un lugar desconocido para mí hasta ese momento. Me llamó la atención su altitud de 3955 msnm, lo que me hizo pensar que sería un desafío fácil.
Comenzaron las inscripciones, y en un momento éramos 8, luego 5, hasta que finalmente éramos 4 el día de la salida: Diego Valenzuela, Sebastián Mejías, Juan Chaima y yo, Juan Carlos Lyner. Todo estaba muy organizado y puntual, y comenzamos rumbo al Cajón de Lo Valdez.

Después de una charla con la señora del carrito de comida, que nos consultó sobre detalles y horarios para su tranquilidad, comenzamos la ruta a las 10:30 am, rumbo a nuestro campamento base. El terreno era ameno, con un sendero normal y el río siempre a nuestro lado, lo que nos hizo pensar que sería un «paseo entretenido y fácil».

Pasamos por un sector donde encontramos restos de un avión y un memorial por los caídos del vuelo Lan 107, que posteriormente descubrí que fue considerado el mayor accidente aeronáutico de Chile, con 80 víctimas hace 60 años.

A las 15:00 hrs llegamos al lugar que sería nuestro campamento, con el río al lado, lo que parecía un lugar cómodo. Instalamos las dos carpas y disfrutamos de una buena siesta. Al despertar, comenzamos a ordenar y preparar nuestras cosas para el día siguiente. Seba se sentía algo adolorido y con una tos llamativa, lo que comenzó a levantar alertas en el grupo.
Para amenizar las horas de luz que nos quedaban, Juanito sacó unos mazos de naipes con distintas aves y comenzó el torneo de carioca. Aunque nunca quedó claro quién ganó, sí generó más de una risa y diversión en el grupo. Después de cenar, nos fuimos a dormir.
A las 05:20 am, Juanito comenzó a preparar el desayuno, y yo me uní con mi Monster. Diego ya estaba listo, y comenzamos la ruta a las 06:30 am rumbo al Cerro Vega, con un desnivel de cerca de 950 metros.

El camino fue más desafiante de lo que pensábamos, con acarreo de subida y tramos expuestos. En varias ocasiones, manifesté mi deseo de quedarme o bajar, pero Diego me convenció de seguir adelante.

A las 11:25 am, llegamos a la cumbre, cansados y con nubes que anunciaban lluvia. Decidimos tomar algunas fotos y bajar. El camino de ida ya lo conocíamos, pero decidimos tomar una ruta diferente para bajar, la cara oeste, que era solo un gran acarreo.


Llegamos al campamento en casi una hora, y Seba nos esperaba con agua. Después de descansar, comenzamos el retorno, que fue más fácil, aunque yo sentí contracturas en la mitad del camino.

Finalmente, llegamos sanos y salvos a los vehículos, y nos esperaba el matrimonio dueño del carrito de comida. Repusimos energías y regresamos a Santiago, sin antes pasar por el mítico Chey a comer algo. Diego evaluó la salida como un éxito, y todos llegamos sanos y salvos a nuestras casas.
Agradecimientos: A Caro Aravena, que fue nuestro contacto y nos mantuvo informados sobre la meteorología vía Inreach.